Hoy, en el Día del Tango, recordamos a dos personajes que dieron forma y esencia a la música ciudadana, cuya labor se mantiene con permanente firmeza en el repertorio de las mejores orquestas que cada día escuchamos en radios de todo el país: un precursor como Agustín Bardi y un poeta excepcional como Homero Expósito, provincianos ambos cuya identificación con la música ciudadana generó piezas de notable calidad.
Agustín Bardi nació en Las Flores en agosto de 1884, cursando la escuela primaria hasta 3° Grado para luego continuar su aprendizaje como autodidacta cuando la familia se radicó en la Capital Federal. Recordando sus comienzos Héctor y Luis Bates mencionan: "… Carnaval perdona todo…hasta que un chiquitín de 8 años integre la orquesta "Los artesanos", remedando en la guitarra el arte insuperable de los maestros de la época. Así empezó Agustín Bardi su carrera artística…". De este modo y aún a corta edad, debió contribuir al sostenimiento del hogar paterno con su trabajo en una empresa comercial de la cual llegó con el tiempo a ser gerente.
Estudió violín y piano, radicándose en Barracas ya como padre de familia, mientras se relacionaba con otros músicos para actuar en centros musicales de su barriada. Así nació su primer tango, "Vicentito", cuyas notas debieron ser escritas por un amigo, ya que Bardi aún no manejaba el lenguaje musical. Finalmente, se dedicó al piano, ya que lo sentía más afín con sus pretensiones artísticas. Al respecto cabe mencionar que Bardi siempre fue un severo autocrítico de su propia labor.
En 1935 se retiró de la empresa comercial que gerenciaba, pasando a otra en la misma Barracas, pero esta vez para realizar tareas más afines a su vocación musical, ya que fabricaban los rollos para pianolas, un instrumento relativamente común a principios del siglo pasado. También tuvo una activa actuación gremial, ya que integró desde sus inicios la Sociedad de Autores, llegando a ser tesorero de su Directiva. De sus aproximadamente 70 obras perduran en los repertorios de las orquestas más famosas excelentes títulos como "Lorenzo" y "Tierrita" con brillantes ejecuciones cuasi sinfónicas por Mariano Mores, "Gallo ciego" en un registro antológico de O. Pugliese, junto a otros cuyas letras nos resultan más familiares como "Nunca tuvo novio" grabadas por Edmundo Rivera, Libertad Lamarque y Julio Sosa, "No me escribas" con versiones de lujo por los "Angeles" D’Agostino – Vargas y por Canaro con Ada Falcón, y "Madre hay una sola" grabada por Carlos Gardel en París en 1931.
Don Agustín Bardi dejó este mundo en abril de 1941, quedando su recuerdo reflejado en un hermoso tango que escribiera Horacio Salgan con su nombre y apellido.
Más conocido de todos los amantes de nuestra música ciudadana es si dudas Homero Expósito, cuya llegada al mundo se produjo en Campana en noviembre de 1918. Su padre nació en forma anónima en la Casa de Niños Expósitos de Buenos Aires, recibiendo en consecuencia esa denominación como apellido, circunstancia por la cual nunca se sintió molesto. Su infancia se desarrolló en Zarate donde la familia tenía un importante negocio de ramos generales y allí cursó la escuela primaria, ciudad donde nació 6 años después su hermano Virgilio cuyo aporte fraternal dio apoyo musical a los versos y metáforas de Homero, dando lugar a tangos de gran popularidad que integraron los repertorios de las orquestas y cantores más famosos.
Del genio de ambos hermanos surgieron las primeras obras en 1938, sin mucha trascendencia al principio hasta que apareció "Farol", rápidamente incorporado por Troilo y por Pugliese en versiones de gran calidad con las voces de Fiorentino y de Roberto Chanel respectivamente. Siguieron luego otras piezas que llevaron nuestro tango a niveles de calidad musical pocas veces igualada, destacándose por la popularidad que alcanzaron "Percal" y "Yuyo verde". Con otros compositores resultaron también piezas de gran popularidad, como "Naranjo en flor", "Trenzas", "Flor de lino" y el hermoso vals "Pequeña" con música de Osmar Maderna, que permitiera el lucimiento de Alfredo de Angelis con la tan agradable voz de Carlos Dante.
Después de incursionar sin éxito en el negocio gastronómico, en 1945 al vender su padre el negocio de ramos generales de Zarate, Homero decide radicarse definitivamente en Buenos Aires, ingresando de inmediato en los círculos directivos de SADAIC. Posteriormente realizó varios viajes a Europa, ya terminada la guerra, para finalmente ocupar un departamento en la calle Lavalle donde terminó sus días en septiembre de 1987. Fue sin dudas un poeta excepcional, con letras comparables en cierto modo con los máximos vates del tango como Manzi, Discépolo y José M. Contursi. Se lo podría considerar el último de los poetas que engrandecieron nuestra música nacional.