Ni el Estado, ni los gremios ni los docentes son los dueños de la educación. Los únicos dueños de la educación argentina son las familias de cada niño y cada joven argentino.

El conflicto que mantiene en vilo a gran parte de la población argentina debe resolverse por los mismos padres a quienes les cabe la responsabilidad de la educación de sus hijos y quienes han delegado la formación de estos en el Estado. Por otra parte los gremios docentes deben asimilar su situación haciéndose cargo de los trabajadores de la educación, unos de aquellos que componen esa gran masa de los recursos humanos con que todo un país cuenta, cargado de ocupaciones, empleos y funciones de las más variadas.

Fundamos y justificamos plenamente esta visión con el sentido común y la responsabilidad que como padres tenemos y quienes no reconocemos en las ideologías puntos de conflictos o desencuentros sino que solo queremos aulas completas de alumnos o estudiantes que merecen el derecho a ser educados y formados para construir una ciudadanía libre de todo perjuicio o vicios que violenten la condición humana.

La superación de un conflicto está fundamentada en una opción de vida y los responsables de la formación de nuestros hijos no están definiendo esa misma opción sino atendiendo su propia situación la cual está dejando sin respiro y desarrollo el propio crecimiento y maduración intelectual de niños y jóvenes, todo ello por marcados intereses que no son efectivamente aquellos que favorezcan el derecho de aprender.

Nos tenemos que poner siempre al lado de nuestros hijos, dando ejemplo como padres, docentes, profesionales, funcionarios, gremialistas e incluso como sabedores de que somos carentes de ciertas virtudes cívicas que favorecen la convivencia de los pueblos y que debemos hacernos cargo de que somos capaces de disentir sin cercenar el derecho de los demás y menos aún de aquellos que forjarán el futuro de nuestra identidad y nacionalidad.

Advertimos que no se está dando el ejemplo de la mesura, la flexibilidad y la paz. La discusiones y desencuentros salariales no se resuelven con las aulas vacías se acuerdan con nuestros hijos en clases, ocupados nosotros demostrando que hasta las últimas consecuencias somos capaces de resolver los conflictos y de no afectar a una sociedad, que cada día dice y sostiene desde todos los sectores vivir en democracia, aceptando que somos iguales en naturaleza aunque distintos en pensamiento, pero no egoístas en los objetivos.

El problema de la educación es de todos, es de nuestro país y le pertenece como beneficiario al pueblo al decir de nuestro prócer Domingo F. Sarmiento.

Gremios de docentes, reflexionen, gremios de trabajadores no cavilen, más bien deliberen. Autoridades de gobierno nacional y provincial hagan su más gran esfuerzo. Padres procuren que sus hijos asistan a las escuelas, docentes colaboren con la educación de nuestros hijos y procuren la mejor formación de nuestros alumnos. Argentina será ejemplo como lo fuera el Gran Maestro de América. Nuestro País merece lo mejor, por nuestra historia, por quienes se sacrificaron para engrandecer la Patria.