Todas las dictaduras -Cuba lo es según la definición de cualquier diccionario- necesitan un enemigo. La confrontación forma parte de su ADN. Las dictaduras deben presentarse como víctimas de una agresión, porque necesitan una excusa para prohibir elecciones libres, prensa independiente, y reprimir a los opositores.Y el discurso de Raúl Castro del 17 de diciembre anunciando el acuerdo con Washington no dejó muchas dudas de que Cuba seguirá en el papel de víctima.

Castro dio su discurso vestido de uniforme militar, mandando la señal de que su país aún está en guerra. A pesar de las acciones de Obama para aumentar ampliamente el turismo y el comercio con Cuba, Castro denunció a Washington por las restantes sanciones económicas que siguen vigentes. "Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto”, dijo. "El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar”.

A pesar de que el embargo comercial de 1960 se ha diluido en los últimos años, y se debilitará más ahora, lo más probable es que el régimen siga arremetiendo contra el embargo -que solo puede ser levantado por el Congreso- o busque cualquier otra excusa para mantener la hostilidad con Estados Unidos.

En el pasado, Cuba saboteó varios intentos estadounidenses de mejorar los lazos bilaterales. Sin embargo, los observadores argumentan que ésta vez las cosas serán distintas: Raúl Castro es más pragmático que su hermano Fidel, y necesita desesperadamente aumentar el turismo y las remesas de Estados Unidos ante la amenaza de un inminente corte de los subsidios de petróleo de Venezuela.

Para otros hay un nuevo jugador en la escena -el general Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl y su principal asesor- que cree que la dinastía Castro puede mantenerse en el poder indefinidamente sin pelearse con Washington. Guillermo Fariñas, un conocido opositor, me dijo que Castro Espín "quiere hacer como Vietnam, China o Rusia, que consiguieron que el enemigo, EEUU, financie sus dictaduras”.

Los críticos estadounidenses dicen que Obama abandonó la política bipartidista de defender la democracia y los derechos humanos en el continente americano. Argumentan que se hicieron cosas criticables en la región en siglos pasados, cuando se apoyaba dictaduras pro-estadounidenses, pero desde 1970 Washington adoptó un acuerdo bipartidista de defender la democracia en la región. Ahora, justifican la nueva política hacia Cuba diciendo que Estados Unidos hace tiempo mantiene relaciones con China y Vietnam y Obama tiró por la borda la excepcionalidad de América latina.

Mi opinión: Tanto los partidarios como los críticos de la decisión de Obama de abrir el comercio y el turismo a Cuba sin exigir concesiones democráticas a Castro tienen argumentos muy válidos. Pero más allá de si el plan de normalización de Obama funcionará mejor que la fallida política de aislar a Cuba, hay que tomar esto con cierto escepticismo. Lo que ha comenzado es un proceso de conversaciones, que puede ser torpedeado tanto por el Congreso de EEUU como por el régimen cubano.