De una manera alegórica y placentera, Platón nos advierte a través del Mito de la Caverna, que el mundo que percibimos con nuestros sentidos es aparente y engañoso. De un modo más trágico, Homero, en la Ilíada, nos exhorta a desconfiar de las apariencias -y principalmente de los regalos-, narrándonos cómo un pueblo virtuoso, aunque también capaz de hacer la guerra, fue aniquilado en su buena fe por el embaucamiento del Caballo de Troya.

Hoy, los Estados Unidos de Norteamérica repiten la saga homérica. Un hombre llamado Barack Obama, un día encontró a una oruga que acababa de convertirse en mariposa y que se esforzaba en romper el capullo que la encerraba. Creyendo ayudarla, cortó el capullo con una pequeña navaja. También lo hizo para ahorrarse a sí mismo la pena de ver al insecto sufrir. Una vez liberada por el bien intencionado muchacho, alcanzó a volar unos escasos metros y cayó muerta. ¿Qué le sucedió?, el insecto necesitaba hacer el esfuerzo de romper el capullo para ejercitar sus débiles pulmones a fin de poder ser fuerte y volar hasta procurarse su primer alimento.

Aparentemente, él quiso ayudarla. Pero en realidad la mató.

Obama jamás se enteró de la muerte de la mariposa, ni mucho menos de la causa de su muerte, porque su vanidad era mayor que su compasión. Obama no se detuvo allí; salió a contarles a todos sus vecinos lo bueno y solidario que era.

Hoy Barack Hussein Obama es el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y a la vez el "Caballo de Troya”. Y el pueblo estadounidense; "la mariposa”.

Las grandes catástrofes y atrocidades del Siglo XXI no se manifestarán con violencia como el de la ciudad de Troya, sino a través de ultrajes degradantes a la dignidad del espíritu, como el de quemar las esperanzas y los sueños de los hombres hasta convertirlos en cenizas, para hacerlos vivir de rodillas mendigando trabajo, vivienda y salud.

Obama, en lugar de buscar la salida de la presente crisis en las propias fuerzas, pujanza e ingenio de su pueblo (o estimular el desarrollo de las virtudes que carece), apela a las flaquezas humanas cortando el capullo que los aprisiona con soluciones demagógicas; como el ilusorio pleno empleo, viviendas, obras sociales (Obamacare) y salvatajes a empresas en quiebra (Bailouts).

De una forma subrepticia y solapada, el Caballo de Troya del socialismo ha franqueado las puertas de los Estados Unidos de Norteamérica. A partir de hoy, la gran mayoría de sus ciudadanos habrán de vivir la perpetua angustia de no entender cómo una Nación compuesta por individuos emprendedores e independientes cuyos próceres prohijaron el "Sueño Americano”, acaba en una pesadilla de servidumbre de la que, a medida que transcurra el tiempo, será cada vez más difícil despertar.