Vigencia de Pío XI. La providencia preparó un hombre brillante en una época que resultó ser una de las más complicadas de la historia de la humanidad. Achille Ratti se convirtió desde 1922 hasta 1939 en el 259º Papa de la Iglesia de Roma, con el nombre de Pío XI. La reciente URSS de Lenin había padecido la gran hambruna en invierno de 1920. El economista de Cambridge John M. Keynes escribió en 1931 que el mundo estaba en medio de una gran catástrofe económica, la gran desocupación de trabajadores que puso en jaque al capitalismo y la sociedad liberal. La gestación del nacional socialismo alemán que convirtió al mundo en un verdadero infierno. El fascismo de Benito Mussolini y la guerra civil española. Frente a los líderes de la época, tuvo la necesidad de establecer una pauta para denunciar y fijar límites a las acciones que después se tradujeron en nefastas consecuencias.


Si bien la doctrina de la Iglesia no propone un proyecto político, le corresponde denunciar los acontecimientos que atacan la dignidad de los seres humanos. La encíclica que conmemoraba los 40 años de la escrita por León XIII en 1891, incorporó en su número 79 una nueva enseñanza aplicable al orden social. El principio de subsidiariedad. Este afirma que es de grave perjuicio para el recto orden social impedir que las personas y las instituciones realicen aquello que pueden lograr con su esfuerzo.

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El estado vive de los impuestos que pagan los que producen. De lo contrario colapsa o pierde su soberanía. Además no se puede repartir lo que no se ha producido. Evidentemente el destinatario era Vladimir Ulianov, conocido como Lenin, conductor del comunismo en guerra.


Desde que se hizo cargo del gobierno soviético, el comunismo focalizó su principal objetivo. La producción de armas. Veamos cómo se pulverizó la iniciativa de los campesinos. Estos fueron requisados. Se les expropiaron las tierras y se confiscó la producción para abastecer a los soldados que estaban en el frente. Supongamos 4 campesinos con la misma extensión y calidad de tierras. Uno trabajaba de sol a sol y producía 100 toneladas de trigo, el segundo trabajaba 8 horas y producía 70 toneladas, el tercero 6 horas y 40 toneladas, el cuarto 4 horas y 10 toneladas. A todos se les confiscaron las tierras y la producción. A cambio se otorgó una cuota fija con independencia del rendimiento. Los que producían dejaron de producir y los que producían poco creyeron que estarían mejor. Si en 1914 Rusia le podía dar de comer al mundo, en 1920 tuvo que soportar hambruna y la humillación de importar trigo de Estados Unidos. Recién en 1924 se volvió a los valores de 1914. Para recuperar la producción se nombraron expertos o funcionarios del estado a los productores eficientes y se trajeron técnicos del exterior. Las unidades de producción se organizaron en cooperativas y otras permanecieron como estatales.

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Si algunos alardean de que pueden lograr el paraíso comunista, si prometen a las clases humildes una vida exenta de dolor y de calamidades, llena de constantes placeres, ésos engañan indudablemente al pueblo y cometen un fraude que tarde o temprano acabará produciendo males mayores que los presentes. Lo mejor que puede hacerse es ver las cosas humanas como son y buscar al mismo tiempo por otros medios, según hemos dicho, el oportuno alivio de los males, decía el Papa León XIII en 1891.


En el siglo XX el marxismo en decadencia motivó el origen de la versión moderada de esta ideología. Actualmente hay una amplia gama de gobiernos socialistas con distintos matices, que llegan al poder por el voto popular, sin negar el derecho de propiedad.


En la continuación del este artículo veremos a Juan Pablo II y la ideología de libre mercado.