En la década de 1980 y 1990, el sistema educativo se expandió, se masificó, lo que por falta de contención profundizó la polarización social, de la mano de la precarización y exclusión de los jóvenes en el mercado laboral. Las políticas de inclusión, desde la sanción de la Ley de Educación Nacional (LEN) han llevado a una masificación escolar sin un acompañamiento de las políticas de Estado y el financiamiento adecuado. Los bachilleratos populares fueron creados luego de la crisis del año 2001 por movimiento de personas desocupadas y sindicatos, para jóvenes y adultos expulsados de la escuela tradicional. Estos bachilleratos funcionan en edificios de empresas, fábricas, negocios o hasta galpones recuperados por los trabajadores. En estos momentos son más de ochenta los que se encuentran en marcha en la provincia de Buenos Aires. De estos acontecimientos sociales surgió como ejemplo, el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). En ellos, los protagonistas desafían al Estado creando territorios de espacios educativos como un aspecto normal de la vida cotidiana de la comunidad y para contrarrestar el objetivo hegemónico de la escuela tradicional.


Estos bachilleratos populares son movimientos contrahegemónicos, que promueven la participación colectiva de la comunidad involucrada en la alfabetización de sus miembros. Estas nuevas prácticas sociales llevan a la construcción de un saber propio sobre la realidad de las personas y una construcción activa sobre la identidad de esa comunidad que se educa y genera cultura por sí misma.


Estas experiencias de socialización son consideradas propuestas político educativas. En estas, se prioriza la autogestión y el cooperativismo, las integralidades individuales y colectivas y la toma de decisiones compartidas entre maestros y alumnos.


Estos bachilleratos populares son similares a la teoría y el método que el pedagogo Paulo Freire generó en su propuesta sobre la educación para el oprimido. Esta consistió en la creación de un método para las grandes masas, para personas excluidas de la sociedad, en donde pudieran alfabetizarse., ser concientizadas de su realidad y pudieran cambiarla para poder progresar.

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Ahora bien, esta realidad nos lleva a plantearnos los siguientes interrogantes difíciles de responder: ¿Es ésta la educación óptima que pretendemos para nuestra sociedad?, ¿Será ésta educación una tendencia para la escolarización de excluidos por los diferentes aspectos tanto sociales como normativos del sistema educativo argentino?, ¿Debemos esperar que alguien pueda resolver esta situación, o tomamos todos los que podamos parte en el asunto?