La escuela es un paso fundamental en la vida de las personas porque del basamento de la formación en las aulas surgirá el futuro que aspira alcanzar con metas relevantes a partir de un trabajo digno. No todos lo logran, menos si quien tiene esas aspiraciones es un ser con discapacidades que lo relegan socialmente desde el momento en que se le niega la escuela común por prejuicios que los hechos han demostrado todo lo contrario en cuanto a sociabilización y aprendizaje.

En ese sentido, 115 organizaciones civiles del país integrantes del "Grupo Artículo 24 por la Educación Inclusiva” vienen trabajando para que la excepción se convierta en la regla, de manera que se instituya un sistema de enseñanza único, que responda a las necesidades de todos los estudiantes -también aquellos con discapacidad-, y que, de esta manera, las escuelas especiales ya no tengan razón de ser en la Argentina.

Estas entidades buscan ir a un sistema inclusivo y reconvertir la escuela especial pero, como primer paso, reclaman terminar con las normas que permiten sacar a un chico de la escuela común. Se trata de un cambio de paradigma, donde se deje de ver a las personas con discapacidad como sujetos de atención médica y se las empiece a reconocer como sujetos de derecho y, por ende, con derecho básico a la educación general.

Es importante recordar que las escuelas de educación especial responden al modelo rehabilitador, se enfocan en el déficit que presenta la persona, por lo que buscan curar antes que enseñar. El grupo aclara, ante la resistencia de ciertos sectores de que perderían la fuente de trabajo si desaparecen las escuelas especiales, la idea es unificar el sistema y el docente especial se integre también a la enseñanza general.

Existen, además, interrogantes de algunos padres por la posibilidad de que sus hijos compartan las aulas con un estudiante con retraso madurativo y por esa situación pudiera atrasar el rendimiento individual de sus compañeros. La experiencia es que se ha comprobado lo contrario. Los especialistas, en sus conclusiones, afirman que todos los prejuicios de los adultos caen cuando se convive con quien es diferente durante la infancia, y que la calidad académica no implica ser mejores, sino dejar aflorar el potencial de cada uno y apoyar las debilidades.