La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ampliamente conocida por sus informes PISA sobre la calidad educativa en el mundo, luego de evaluar a los alumnos secundarios en conocimientos básicos, ha elaborado un nuevo estudio para calificar a los estudiantes de 15 años mejor preparados en educación económica. Esta reciente compulsa específica ha partido de los resultados obtenidos por unos 29.000 chicos examinados en 2012.

Esta vez el muestreo se redujo a solo 18 países, donde se encuentran los adolescentes mejor preparados en la materia observada y nuevamente fueron los estudiantes de 15 años de la ciudad china de Shanghai, los que sobresalieron en educación económica, no obstante la aclaración de los organizadores del certamen de que un mejor resultado de un país en materia financiera no se asocia de forma directa -pese a lo que pudiera parecer- con los mejores resultados en matemáticas y lectura de otros informes PISA.

Los secundarios chinos obtuvieron el liderazgo con una media de 603 puntos contra Colombia, último de la lista con 379 puntos, entre los pobres resultados de América latina incluyendo los alumnos argentinos, que siguen batiendo un triste récord mundial: son los que registran la tasa más alta de ausentismo escolar de los 65 países participantes en las evaluaciones de la organización.

En cuanto a la importancia de la educación económica básica, se observó en esta nueva prueba que el 15,3% de media ha demostrado, como mucho, que era capaz de reconocer el uso de documentos financieros habituales, como una factura, y de tomar decisiones sencillas sobre el gasto cotidiano. En cambio los estudiantes de Shanghai pudieron resolver las preguntas más difíciles, como el costo de una transacción o calcular el balance de una cuenta, que no son elementos para desempeñarse en una determinada especialización sino para de uso habitual en en mundo donde la economía puede ser determinante de la situación social.

La enseñanza financiera en el nivel básico es una formación importante para afrontar cualquier actividad futura. Es fundamental para tomar decisiones relacionadas con el gasto personal o familiar, las posibilidades de asumirlo y para crear conciencia en los ciudadanos sobre la necesidad del ahorro. Y también que los deudores sean mucho más responsables ante sus compromisos.