El desarrollo del Capital Social, reduce los costos económicos, permite que las personas se alejen del estado de pobreza y exclusión social, y eleva la rentabilidad de las inversiones del Estado, organizaciones y empresas.


Desde una perspectiva neoclásica, la riqueza de un país se encuentra en su capital humano y capital social. Un país rico se debería entender como aquél con mejores niveles de capital social, humano, ecológico y económico.


Teniendo en cuenta que el capital humano es la acumulación de conocimientos adquiridos por las personas en su formación para desempeñarse en sus puestos de trabajo, este es uno de los principales indicadores que debería considerar el empresario para determinar el de su empresa.


Si bien esta concepción no es falsa, es hasta cierto punto limitada, porque en el trabajo que realiza una persona intervienen otros aspectos, que tienen una construcción social. Sus conocimientos, que les permite desempeñarse en el trabajo, se configuran sobre conocimientos adquiridos en la vida, creencias y modelos recibidos desde la misma sociedad. Por lo que, toda organización laboral debería perseguir el desarrollo técnico, pero además también el desarrollo social de sus trabajadores, porque el trabajo de una persona es finalmente una actividad social, definida como todas las relaciones y redes que desarrolla una persona en su vida laboral. El Capital Social es la capacidad de las personas para trabajar juntas y en equipo para conseguir propósitos comunes.


Se ha tratado de establecer siempre, una relación entre la inversión en el sistema educativo y el desarrollo económico de un país, denominando a esto "contabilidad del crecimiento'' como el indicador educativo de la producción de la economía, midiendo este indicador el componente "trabajo'' que contribuye al capital humano.


Sin embargo, el desarrollo del Capital Social se ve empañando por un esquema educativo que no responde a las realidades sociales, porque el modelo educativo que sobresale obedece a intereses hegemónicos que devienen de la globalización. Esta globalización, en las diferentes regiones latinoamericanas, ha llevado al individualismo, desigualdad y exclusión social e incremento de la pobreza, limitando las oportunidades de las personas el acceso al sistema educativo y al campo laboral. Por lo que se hace imperante que la educación influya singularmente en el desarrollo del Capital Social, lo que implica crear conciencia para reinventarnos como sociedad, basados en valores donde predomine lo colectivo sobre lo individual y económico. Y que se genere en las personas la adquisición de conocimientos y actitudes en el trabajo comunitario y en equipo, en el marco de la ética, la confianza, la asociatividad y la conciencia cívica.


Todos estos hechos, redundarán en un desarrollo social sustentable, justo, equitativo y más humano, y por sobre todas las cosas, se logre subsanar el deterioro del medio ambiente que busca desesperadamente una conciliación entre el desarrollo económico y la capacidad autorreguladora de la naturaleza (Pereira et al, 2005).