La mayoría de los sistemas de educación del mundo, tienen actividades programadas en los recintos escolares o en los patios exteriores, pero casi siempre en los límites perimetrales de los establecimientos. Actualmente se pretende un enfoque por competencias en la educación cuando el principal y más crítico problema que atravesamos son los procesos productivos y sociales en crisis por el momento incapaces de generar alternativas laborales por especialidad acorde a las aptitudes formadas de estudiantes y egresados de todo nivel, salvo en el caso de escuelas técnicas o carreras específicas a tal formación. 


Los programas educativos impulsados deben contrastar con el desarrollo y la formación de capacidades, no de competencias. La escuela no es una empresa y menos aún una fábrica. A la vista está pues sus egresados no cuentan con antecedentes laborales para incorporarse al mundo del trabajo, por lo que las competencias se constituyen en un planteo utópico. 


La educación por competencias, en el marco de la formación, pretende ser un enfoque integral que busca vincular el sector educativo con el productivo elevando el potencial de los individuos, de cara a las transformaciones que sufre el mundo actual. Pero ha perdido el rumbo ya que no puede actuar coercitivamente pretendiendo un cambio en la planificación docente, pues está forzando al profesor a intentar aquello para lo cual la institución educativa no fue creada, es decir para los intereses de particulares o monopolios productivos que pretenden su globalización. De última la educación puede estar orientada a las economías regionales y justamente eso es lo que se ha destruido o está en crisis. 


No obstante ello, creemos que con un cambio real de paradigma, donde hablemos de "actores de la enseñanza+, la enseñanza y formación pueden dar un giro y alentar una "educación por talleres+ o bien implementar definitivamente una "educación al aire libre+, es decir productiva con trabajos y cultivos de suelo, permeables al medio natural y fuera de las aulas en contacto con la naturaleza. El docente no puede estar sólo entre las cuatro paredes del aula. 


En España este modelo se encuentra en un estado incipiente, mientras en países como Alemania lleva décadas de implantado y tiene más de mil escuelas. 


Con el enfoque que propuse en 2010, en el Congreso de Educación realizado en la Universidad del Litoral y más tarde fundado en la Nueva Pedagogía 2012, la educación al aire libre va a significar que todas las actividades educativas se realicen, por ejemplo, en el bosque, el campo o la playa, en las montañas y el mar, en establos, granjas y galpones, en el medio social, urbano y edilicio. Sus estudiantes desarrollan más sus capacidades y tienen mejor salud, según diversos estudios. 


Es hora que los pedagogos argentinos tomen cuenta y nota de estos avances y los implementen acorde a nuestra realidad. Heike Freire, psicóloga, filósofa y autora del libro 'Educar en verde'', apunta que algunas de estas escuelas disponen de un edificio, pero realizan al aire libre entre un 70 y 90% de sus actividades, posibilitando a los niños jugar y aprender en un entorno natural, forjando un sistema inmunitario más fuerte. 


Actualmente se dan clases en espacios cerrados porque supuestamente son más seguros siendo que lo que se hace es atentar contra un cuerpo sano colmado de ansiedades psicológicas.