Todos desearíamos lograr que nuestra familia sea feliz, que al llegar a casa nos viéramos con alegría. Como padres, y en cualquier formato de familia, debemos de ser conscientes que el primer ejemplo de amor que les damos a nuestros hijos somos nosotros. Es por eso, que es muy importante formar una sana relación con muestra pareja, sea cual sea el formato, basada en el respeto, el interés en las actividades del otro y el amor. Los padres tienen la obligación de poner todos los medios a su alcance, para conseguir la mayor calma y felicidad posible para todos los componentes de la familia. La familia es la primera educadora y sobre ella se cimentan los pilares de los valores y el amor. De esta manera, aportan sus conocimientos y medios disponibles a su alcance. Es primordial buscar en cada lugar, en cada momento, la paz, la serenidad y el equilibrio interior como el don más preciado. Sólo desde esta mirada, y con la tranquilidad del espíritu, se puede acceder a la verdadera felicidad. Es necesario definir claramente cuál es el proyecto familiar, destacando cómo hacer el bien, la generosidad, la actitud de servicio y entregándose con ilusión a la realización del mismo. También hay otros aspectos a tener en cuenta como: disfrutar cada día lo que se es y de lo que se tiene, pero sobre todo, conociendo que un buen proyecto de vida tiende a lograr en cada momento mayor armonía y equilibrio. Enriquecerse con la práctica del perdón, compartir dar sentir los éxitos y felicidad de los demás como propios. La felicidad si bien es cierto es una actitud, camina de la mano de la verdad. La mentira y la falsedad, antes o después, terminarán por llevar a la ruina. La ira y la ansiedad son los enemigos de la felicidad y alegría. Es importante que los padres pongan límites a sus hijos. Ellos son señales de amor. No permitir el mal humor y las actitudes violentas, es decir, una buena higiene mental en cada uno de los integrantes de la familia. La felicidad auténtica se genera se logra perdonándose, tratándose con ternura, ser su propio mejor amigo y aceptarse como cada uno es. Otro ingrediente a valorar, es el agradecimiento. Las personas agradecidas son alegres, optimista y más seguras de sí mismo. Los hogares donde sus miembros agradecen las buenas acciones de los demás, logran mejores niveles de comunicación y satisfacción. Los padres deben saber encontrar satisfacción en las elecciones que han tomado. No importa hacia dónde nos lleve ese camino, ha sido el elegido. Si alguien falla, es correcto decirlo, pero también señalar aquello que es valioso.


¿Se puede lograr una familia feliz? ¡Claro que sí! Es necesario esforzarse diariamente para lograrlo. Otro ingrediente es, propiciar la comunicación abierta. Cada miembro debe sentirse capaz de decir lo que siente y lo que quiere, con absoluta libertad. La familia es un preciado tesoro, es la fuente de energía y amor. Ser parte de una familia feliz, nos produce salud, longevidad, productividad y éxitos. Lo fundamental manejar con acierto los conflictos. Es prudente minimizar nuestras diferencias y maximizar nuestras fortalezas. La armonía familiar, se logra a través de la recuperación del amor. Ello significa la validación del otro, calidad de tiempo, comunicación basada en el afecto y dar sin esperar recompensa, a través del respeto y la actitud generosa.