Tras el estallido de la convulsión social y política en Egipto, los operadores de las principales consultoras y calificadoras económicas internacionales activaron sus temores por las consecuencias de una crisis que podría arrastrar a los mercados y plantear otro grave desequilibrio financiero mundial. Los reparos se centraban en la producción petrolera clave de un país que además tiene la llave estratégica del paso por el Canal de Suez, lo que potenciaría el precio del crudo y, además, podría tener sintonía con el resto del mundo árabe para generar nuevas reglas de juego.

Sin embargo, la intransigencia de Murabak para dejar el poder, de acuerdo a las exigencias populares planteadas desde fines de enero y las presiones de Estados Unidos para que la transición gubernamental sea lo menos traumática posible, siguen demorando las soluciones de fondo mientras la tensión continúa en las calles de El Cairo. Pero hasta ahora todo se circunscribe al contexto político local, aunque las expectativas respecto a un nuevo gobierno con tendencia radicalizada se sigue con atención porque podría producir mayor desequilibrio en la inestabilidad geopolítica de Medio Oriente.

Lo concreto es que la crisis egipcia ya no inquieta en absoluto como presagio de otra convulsión económica mundial. Ayer se generalizaban las subas en las bolsas europeas y se esperaba igual tendencia en las bolsas Asia-Pacífico, en tanto la Bolsa de Comercio de Buenos Aires registraba igual tendencia, con suba del 0,03% del Merval respecto del viernes último. Todo esto con la enorme liquidez que existe en el mundo y el crudo en Nueva York cotizando en baja ayer a U$S 88,45 el barril.

Lejos de Egipto, los interrogantes financieros orientan sus miradas a lo que sucede en Estados Unidos y Europa para escrudiñar el futuro. Existen indicadores que no son los mejores para afirmar que finalmente la última crisis financiera global ha quedado sepultada.

Mañana la atención se centrará en el discurso que tiene previsto pronunciar, a modo de informe público, del jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que podría tener nuevas referencias al mercado laboral de EEUU, que sigue sin poder recuperarse y eso implica síntomas recesivos que continúan sin poder revertirse a pesar de los esfuerzos de la gestión de Obama.