Hubo alguna vez en la historia de las escuetas industrias jachalleras que se pueden historiar, un ramo de la producción. Esto es la calera. Esa importancia mostrada es multicausal. Hay motivaciones de tipo económica, social, laboral y de diversificación productiva. Más allá de nombres de propiedad comerciales, legales y contables, hubo una planta de industrialización de cales, que pasó a la historia común con el nombre de "El Refugio''. Aquella industria genuina nació de leyes de la década de 1940, que promovieron la radicación de fábricas en el interior de la provincia. Esto con el fin de explotar la minería no metalífera, cuyos yacimientos son aún todavía importantes en todo San Juan.

La calera "El Refugio''

Llegó a consumir el 50 % de energía eléctrica del total facturado en todo el universo de usuarios locales. Le dio vida total desde lo productivo y comercial a la emblemática estación del ex ferrocarril General Belgrano. En un marco de industrias nacionales interrelacionadas en su matriz proveedora y formando cadenas de valor de alto voltaje, surge el siguiente dato: abasteció el 42 % de las calizas y dolomitas necesarios para la resultante de fundentes siderúrgicos demandados por portentosa y famosa Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA). 


Salían de Jáchal más de 5.000 toneladas de cales vivas e hidratadas. A esto se sumaban otros subproductos originados en la producción matriz, que iban a tener destino de proveeduría de muchas empresas de diversos ramos en el ámbito nacional, como papeleras, curtiembres, azucareras (ingenios del Norte del argentino) etc.


Todo este enclave fabril permitió durante décadas, como ninguna otra, junto a la ex Clancay, que albergaba unos 300 trabajadores directos y otros cientos indirectos, en la industrialización de tomates y otros frutos locales de gran gama y calidad, obtener un producto bruto departamental y un ingreso per capita sumamente preciado para la masa total de la económica local.


La estadística de diversas fuentes bibliográficas revela que más de 250 familias, es decir, mil personas, estaban ligadas a la empresa calera. A esto hay que sumarle familias vinculadas a servicios que en forma indirecta prestaban la complementaria y absolutamente necesaria proveeduría, como fleteros, electricistas, plomeros, colectivos, mecánicos, guardias, y la gran red de comercios que vivían básicamente del ingreso monetario que permitía la fabrica.


Todo ello se logró con enormes dificultades de diversa índole, como por ejemplo, el estar situada fuera del área de servicios troncales como es la Ciudad de San Juan. Sin embrago, superó los problemas de logística y de costos.


Desde el punto de vista de la diversificación productiva, esta empresa, representó una innovación, pues, fue una alternativa válida a la ganadería y la agricultura. Esto permitió la movilidad de trabajadores a esa rama de producción del área fabril. No se puede dejar de señalar que el tan negativo fenómeno de la emigración de zonas del interior de San Juan. En el caso de la "ínsula'', ese fenómeno fue controlado en buena medida por la retención laboral y productiva, mediante el ofrecimiento de trabajo local, a través de esa fábrica.


La nostalgia de escribir esta nota, nos recuerda las palabras de don Buenaventura Luna que decía: "Ya no es el mismo mi valle, nublarse sus cielos ví...''

Dr. Mario A. Luna  -  Expresidente del Concejo Deliberante de Jáchal
Fabián Núñez   -   Exasesor del CD de Jáchal