Adecuar el parque rodante a la inspección vehicular reglamentaria, originó la polémica acerca del oscurecimiento de los cristales de los automotores, mediante una película plástica adhesiva, por motivos estéticos o de supuestas razones de seguridad. Lo cierto es que los vidrios polarizados en vehículos están prohibidos por la Ley Nacional de Tránsito 23.449 y su reglamentación y por ello sorprende la cantidad de rodados que siguen en flagrante infracción. Por algo un juez de faltas advirtió a la policía que sólo había recibido tres actas el año pasado a pesar de existir gran cantidad de infractores.

La anomalía es nacional, según el relevamiento de una ONG. En Buenos Aires el 53% de los autos particulares y el 59% de los utilitarios tienen una tonalización de vidrios mayor a la permitida, es decir la de fábrica, lo que conspira contra la seguridad vial por falta de visibilidad, una de las premisas históricas del desarrollo automotriz. Es que oscurecer los vidrios implica un alto riesgo de accidentes, porque dificulta algo tan importante como es tener buena visual para manejar.

Según la entidad Luchemos por la Vida, los riesgos principales del polarizado son cuatro: Disminuye la visibilidad del conductor, principalmente de noche, y sobre todo en las calles mal iluminadas. Si un auto está polarizado, el conductor del vehículo de atrás no puede ver a través de los cristales del coche que está adelante, lo que le impide anticipar movimientos.

Tampoco permite ver la conducta del que está manejando en el otro auto, por ejemplo si está distraído hablando por celular.

Y dificulta el control de las autoridades, porque frente al vidrio oscuro el agente de tránsito no podrá ver, por ejemplo, si la gente tiene puesta el cinturón de seguridad o si viajan niños en el asiento del acompañante.

La ley no tiene imprecisiones como argumentan los polarizadores. El parabrisas puede tener hasta un 25% de transmitancia luminosa, y el resto de los cristales hasta el 30%, es decir tal como el vehículo sale de fábrica. Además, no es igual la transparencia del cristal cuando se adhiere una película plástica, sujeta al rápido envejecimiento y propensa a adherir polvo por estática.

El miedo al robo o al asalto no debe generar conductas que atentan contra la seguridad vial, al igual que quienes violan la luz roja en una esquina supuestamente peligrosa y crean un peligro mayor. También los delincuentes polarizan sus vidrios para que nadie los vea cuando circulan armados, o bien pueden estar estacionados en la puerta del local o vivienda que van a asaltar.