Rosh Ha-shaná, indica el comienzo del año nuevo judío y es celebrado en el primer y segundo día del mes judío de Tishrei, que tiene lugar entre los meses de septiembre u octubre. Con éste empieza la observancia de los "Diez Días Penitenciales”, un período que finaliza con la solemne festividad de Yom Kipur, que es el día más solemne del calendario judío. Rosh Ha-shaná e Yom Kipur son los días santos supremos.

En la Biblia, Rosh Ha-shaná sólo se menciona como día para el recuerdo y para el sonido del cuerno del carnero. Estas dos características del día, entrelazadas con el tema de la proclamación de Dios como rey, se convirtieron en los componentes fundamentales de la observancia del nuevo año en el judaísmo tardío. Están exaltados en la liturgia por la repetición de versos de recuerdo, versos que mencionan el cuerno del carnero y versos supremos. El primero de éstos es importante porque representa el sentido de continua creación y desarrollo del mundo que el judaísmo recalca en este aniversario de la creación. Puesto que las acciones buenas y malas influyen en gran medida en el futuro, se subraya que Dios recuerda, y se mencionan los actos meritorios de los patriarcas hebreos Abraham, Isaac y Jacob para urgir la imitación de su santidad como camino para la salvación.

Así, el pasaje bíblico más eminente en la liturgia de Rosh Ha-shaná es el sacrificio de Isaac (Gén. 22), que forma parte de la Torá designada para leer en día tan sagrado. Este pasaje conduce al tema del cuerno del carnero, en el servicio en la sinagoga, el shofar, un instrumento de viento hecho del cuerno del carnero, es soplado para representar el cuerno del animal sacrificado en el lugar de Isaac. La gente, en la antigüedad, con frecuencia en año nuevo, hacía ruido para así ahuyentar a los demonios, los judíos transformaron esta práctica en hacer sonar el cuerno para prefigurar el momento en que Dios destruiría al demonio en el mundo, "’sopla el cuerno del carnero y ven con los torbellinos”. En ese momento, se dice en los versos supremos, que Dios reinará sobre toda la tierra, puesto que es ahora el rey de aquellos que lo aceptan en un compromiso que se renueva con Rosh Ha-shaná.

Es necesario mencionar que las festividades de Israel no tienen como meta única el placer, la alegría y la danza. Ellas constituyen, ante todo, fechas sagradas. Las más destacadas son:

Pesaj: Rememora el éxodo de Egipto, el tránsito de la esclavitud a la libertad, de la inmundicia a la santidad de Israel.

Shavuot: La recepción de la Torá en el monte Sinaí, acto por el cual nos constituimos en pueblo.

Sucot: Los milagros de Dios, que nos tomó bajo su protección. "’… Que en cabañas hice yo habitar a los hijas de Israel, cuando los saqué de la tierra de Egipto”.

Rosh Hashana e Yom Kipur: Días de examen de conciencia, arrepentimiento del pecado y aceptación del bien para lo sucesivo.

Janucá y Purim: Rememoran los milagros obrados por Dios en nuestro beneficio, para infundirnos la esperanza de que el dominio del hombre por el hombre asentado en el mal, no durará eternamente, y que Dios ha de socorrer a su pueblo.

Creemos necesario conocer la religión de nuestros mayores en la fe, como cariñosamente los llamaba el Papa Juan Pablo II, puesto que el acercamiento implica un compromiso con el futuro, porque no queremos que vuelvan el fundamentalismo autoritario, la xenofobia, la violencia y la intolerancia con el supuestamente diferente. Se trata de promover entusiasmo y adhesión por los valores de respeto de quien profesa algo distinto, del diálogo como forma de resolver el conflicto, del fortalecimiento de lo propio como camino para conocer lo ajeno. En esta línea, conocer otras culturas, en este caso el judaísmo, es un componente fundamental de una educación que permita a las nuevas generaciones aprender a querer vivir juntos. Educar en los valores éticos de la justicia y de la democracia significa ser capaz de evaluar contenidos y representaciones y de decir no. Debemos ser capaces de decir no a la discriminación, no a la injusticia social, no a la xenofobia, no a la violencia para resolver los conflictos.

También se vuelve necesario insistir en que no habrá paz mundial sin paz religiosa. No hay espacios ya para ninguna "guerra santa”, contradictio in terminis. Más bien hemos de favorecer el diálogo constructivo entre las religiones, bajo el común esfuerzo de luchar por la justicia y la paz.

Así como Dios llamó a Moisés, nos convoca a nosotros hoy a ser instrumentos para la liberación de los otros. Judíos y cristianos, depositarios de la Revelación, queremos afinar los oídos para escuchar juntos ese clamor. Sólo así será posible la llegada de la plenitud mesiánica que tanto judíos como cristianos estamos esperando.

Hoy nuestros hermanos mayores en la fe celebran con júbilo el año 5772. Vaya nuestros augurios de felicidad para toda la Comunidad Judía. Que Dios nos bendiga. Shalom!!!