La fuerte presión internacional que está recibiendo Israel para flexibilizar el bloqueo impuesto a la franja de Gaza, luego del asalto sangriento a una flotilla que llevaba un cargamento de ayuda humanitaria a la población palestina, el 31 de mayo último, ha sido fortalecida por los Estados Unidos, el principal aliado del gobierno israelí en Medio Oriente.

Según el presidente Barack Obama, el cerco militar a Gaza es una situación "insostenible" que urge revertir porque afecta a la población civil, a la que ayudará con 400 millones de dólares adicionales, según lo prometió al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, en Washington. Obama ha reclamado dar otro enfoque al problema, para lo cual exhortó a israelíes y palestinos a avanzar en las conversaciones indirectas de paz, iniciadas el mes pasado, con la mediación del enviado especial de EEUU, George Mitchell, paso intermedio para entrar de lleno en el diálogo directo y así alcanzar progresos tangibles en los próximos meses. La Casa Blanca adelantó que pondrá todo de su parte, para llegar el éxito esperado.

Sin embargo, EEUU se ha negado a condenar el ataque israelí a la flotilla humanitaria -a diferencia de la mayoría de los países- a pesar de que entre los muertos hubo un ciudadano estadounidense, y reclama conocer todos los pormenores mediante una investigación con estándares internacionales. Es decir, una posición cercana a Israel que ha rechazado la intervención de la ONU, argumentando razones de seguridad.

De todas maneras si Obama dice que el bloqueo es insostenible y apura una salida urgente al asedio que sufren los territorios palestinos, seguramente Israel se verá obligado a cambiar su estrategia de fuerza.