Ha pasado un año más. Cuántos acontecimientos nos han sucedido durante su transcurso. Algunos buenos, otros muy buenos, otros que no lo fueron. Hemos aceptado con júbilo los primeros, con tristeza y resignación los últimos, pero ambos forman parte y condición que nos caracterizan porque somos seres humanos. Las reflexiones y consejos de ”Milenium” son claras al respecto. En efecto: sabemos que el camino de la vida no siempre es todo asfaltado; los hay de tierra, con piedras o mucha pendiente.

Lo importante es que lo hayamos transitado de la mejor manera y seguir adelante, en todos los casos con esperanza, pues ésta es la polea que transmite y nos da fuerza para seguir adelante mirando a la vida como es y no como está, porque hay cosas importantes que nos ofrece. Los últimos días del 2013 (Navidad y Año nuevo) fueron un motivo más para reunir a los miembros de la familia y también saludar a los amigos. Este contacto humano no solamente es relevante, sino también necesario, porque confraternizar, estrechar nuestras manos o darnos un abrazo, llegan más al corazón que el albergue, el pan o el vino. Porque el albergue se termina al amanecer, el pan o el vino puede durar unos días, pero el eco de nuestras voces y nuestros buenos deseos cantan para siempre en nuestras almas y en nuestras vidas.

Reflexionemos: si lo mejor de todo no es la familia, tener la fortaleza de continuar, la paz interior, si lo mejor de todo no es vivir, entonces escribamos una carta al cielo y preguntemos: ¿qué es lo mejor de todo? La vida es un regalo del Señor muy especial y muchas veces ni siquiera le hemos quitado el papel y la cinta de seda que la envuelve. No nos olvidemos que desde el comienzo del universo, las montañas y los mares permanecen. Es una verdad para no caer en un pozo oscuro y profundo, porque caiga quien cayere, las montañas y los mares permanecerán.

Es una vida que dura, una vida eterna. Quizá dentro de un tiempo nadie se acordará de haber leído esto, pero los mares y las montañas seguirán allí, como han estado siempre entre el cielo y la tierra. Amigo lector: un día pleno de sol o una noche tormentosa, que la vida sea siempre así. Una tarde con cielo azul y nubes blancas, que la vida sea siempre así, y si lloramos una noche porque el sol está ausente, no nos olvidemos que las lágrimas nos impedirán ver las estrellas que son tan hermosas y el lugar donde están nuestros seres queridos.

Seguramente en algún momento de nuestra existencia, la hemos sentido como vacía. Si eso ocurriera, carguémosla de ilusiones, proyectos, amor al prójimo, buenas acciones, sueños, esperanzas, amigos. No nos preocupemos por el peso porque cuanto más llena está de estas cosas, menos va a pesar; lo que realmente pesa es una vida vacía. Entonces sí podemos decir desde el fondo de nuestros corazones, que la vida sea siempre así.

(*) Escritor.