En la crisis italiana, que signó irreversiblemente la caída de Berlusconi, Angelino Alfano estuvo en el primer lugar de las listas de posibles sucesores, en medio de una vorágine de hechos que aceleraron la destitución del polémico y controvertido mandatario.

Alfano, conforme el patrón y modelo italiano de eterna data, es considerado joven para la conducción política de la península. Sin embargo, Il Cavalieri ha puesto en él la mira estratégica que ni los más avezados analistas advirtieron cuando se convirtió en el ministro de Justicia más joven (37 años) en la historia de la República, en mayo de 2008, aunque imprevistamente renunció en julio último para ocuparse del Partido de la Libertad (PDL). A sabiendas del remezón en puerta, el fiel discípulo se dispuso a reorganizar el espacio del poder de Berlusconi, buscando apoyos políticos para la formación de un nuevo gobierno, según lo aprobado por el Parlamento. Un acuerdo previo de Monti con el presidente Giorgio Napolitano le obliga a no postularse para la próxima elección, es decir, que para superar la crisis el nuevo jefe de Gobierno italiano tiene una misión "ad hoc''.

Los interrogantes crecen en torno a este siciliano de 41 años, criticado por ser la otra cara de Berlusconi. Alfano, polémico y aguerrido, inteligente y con sobradas muestras de capacidad, tiene un historial político difícil de igualar a sus remozados abriles -se le recuerda por el ataque al sistema judicial-, se ha transformado en punta de lanza para erigirse en el controlador de Mario Monti exigiéndole públicamente el cumplimiento de lo acordado, cuidando las espaldas de Berlusconi porque fue él quien asumió el compromiso con la Unión Europea. El tiempo dirá lo suyo.