En Latinoamérica se rinde culto a los muertos de diversas formas, según sus tradiciones

Conforme al calendario litúrgico católico el 1 de noviembre se recuerda el día de "Todos los Santos'' y posteriormente el "Día de los Fieles Difuntos'' o "Día de las Ánimas''. Este recordatorio, según los antropólogos, se originó en la prehistoria. Aquellos primitivos grupos cuya vida era acosada por diferentes peligros. Los angustiaba el temor a la muerte, asombrándose cuando en los sueños observaban la figura de aquellos que sabían muertos. De ahí que sintió la necesidad de establecer vínculos con los mismos fallecidos y con todo aquello que consideraban misterioso. Otra vertiente fue la aportada por los romanos, esto es el culto a los lares, penates y los manes. Estos últimos se identificaban con el espíritu de los difuntos, fueron una suerte de deidades domésticas. La tradición de rendir culto a los difuntos pervivió con el tiempo y se institucionalizó, incorporándose a las recordaciones de la Iglesia. Como otras usanzas culturales europeas, la conmemoración del día de los difuntos fue traída a América y adquirió ribetes propios, pues los indígenas tenían sus propias creencias en torno a la muerte, no obstante que coincidían en la afirmación universal de la inmortalidad del espíritu. A partir del contacto de los europeos con los naturales, se produjo una síntesis cultural, generándose un bagaje de celebraciones, cada una de ellas con sus peculiaridades de acuerdo al sitio en que son rememoradas. Estos conjuntos de ritos subsistieron hasta el presente, y se reproduce todos los años en países como México y particularmente en los de la zona andina. En nuestro país, en la región del Noroeste es donde podemos apreciar puntualmente este mosaico de tradiciones. Así, por ejemplo, en Santiago del Estero, la fiesta a las ánimas es celebrada con reuniones familiares en torno a las tumbas. Allí entre trago y trago, en concurridas "ruedas'', colocan mantas para sentarse y evocan al difunto encendiéndoles considerables cantidades de velas, en un ambiente alborozado y radiante. Si nos remitimos a nuestra provincia, es en las zonas cordilleranas donde los creyentes conservan una serie de conductas rituales en torno al día de las ánimas, tales como el "armado'' de altares domésticos o el encendido de velas en los mismos sepulcros. En el pasado local, esto es en las primeras décadas del Siglo XX, el mencionado día era muy considerado por los sanjuaninos. En la ocasión el Cementerio Municipal era visitado por miles de deudos, asistiendo también metódicamente los principales funcionarios de gobierno y la jerarquía eclesiástica. El centro evocativo en esa época era el templo que allí existe. Fue en 1934 cuando se erigió en esta iglesia una imagen denominada "Jesús Crucificado'', verdadera reliquia de la imaginería religiosa colonial, que desapareció en el terremoto de 1944. Era costumbre en aquel entonces que los asistentes, luego de dejar su ofrenda floral, se volcaran masivamente hacia al altar en donde descansaba este ícono. Allí participaban de una serie de homenajes, cuya principal ceremonia era una misa en la que se rezaba la oración por los muertos, exhortada por el arzobispo de San Juan.