"Todo ciudadano con sentido común rechaza la posibilidad de contaminación porque, de hecho, siempre hemos generado un desarrollo económico armónico con un ambiente sano, en soledad frente a las adversidades.''

Nuestra cohesión como sociedad se basa, además, en construir colectivamente una visión crítica de nuestra realidad cotidiana, para que cuando otras versiones interesadas generen falsedades, podamos defenderla mediante el poderoso instrumento que es la palabra.

La sociedad sanjuanina, más allá de las lógicas diferencias políticas o ideológicas, está demostrando un progresivo interés en defender y conocer más profundamente sobre el tema de la minería para contradecir el argumento de que todo al respecto está "contaminado''. Adquiere fuerza también, que la minería es una realidad "'nuestra'', que produce beneficios pero a la que hay que controlar para que siga siendo productiva, respetando el ambiente. Sin embargo, los sanjuaninos tenemos esa rara configuración que nos hace capaces de grandes iniciativas o ideas pero luego no nos comprometemos a fondo con ellas. Los últimos acontecimientos con la "'armada'' protesta de Greenpeace muestra que nos estamos "durmiendo en los laureles que todavía no conseguimos del todo'' porque, a excepción de las comunidades jachalleras e iglesianas, el resto de la sociedad ha actuado tibiamente en la defensa de nuestros intereses provinciales. No debemos caer en la falacia de que las agrupaciones ambientalistas son apolíticas, desinteresadas y carentes de ideología sino que detrás también se mueven intereses. Las posiciones irreductibles que adoptan sin tener en cuenta otras de abultado peso científico deben hacernos sospechar, sobre todo cuando acuden a la difusión mediática mediante notorias falsedades y golpes de efecto. Esto no implica avalar la contaminación -si la hubiera- pues todo ciudadano con sentido común rechaza tal posibilidad porque, de hecho, siempre hemos generado un desarrollo económico armónico con un ambiente sano, en soledad frente a las adversidades. ¿Acaso los sanjuaninos recordamos que hayan venido a reclamar junto a nosotros cuando las sequías por falta de diques, los avatares del monocultivo y las décadas de postergación nos ahogaban? o cuando por años enfrentamos el centralismo de la Pampa Húmeda que con "sus riquezas naturales'' y "su puerto'' ni siquiera nos miraba de soslayo porque no existíamos en "su país''.

Insisto en que no debemos defender a una empresa en particular sino a una actividad económica que, junto a otras, son la fuerza productiva que motoriza a San Juan. Es más, como sociedad comprometida con dicha actividad, debiéramos exigirles a las empresas mineras que no favorezcan el hermetismo sobre el tema y abran sus puertas para que el visitar una mina sea un hecho cotidiano, sin trabas, tal como lo es recorrer una bodega, una fábrica o un dique.

Así es, entonces, que los sanjuaninos debemos asumir de una vez por todas que hace rato nos pusimos los pantalones largos de la historia, porque la soñamos, la pensamos, la construimos, la defendimos y la sufrimos, dando desde la vida de nuestros comprovincianos en el ejército libertador (junto a otros cuyanos), hasta resurgir material y espiritualmente tantas veces como caímos; por lo tanto sabemos diferenciar lo bueno y lo malo para nuestra vida. Sabemos cuidar nuestros recursos naturales, de hecho nuestra historia está unida al agua y a las montañas; cuidaremos que el oro no nos contamine pero también cuidaremos nuestra agua -pues se sabe que a futuro será "un gran negocio''- de falsos defensores, envueltos en ideas ecologistas, no vaya a ser que sean una avanzada de este otro negocio.

Muchos no dependemos de la minería, pero vivimos en una provincia donde centenares de sanjuaninos, directa o indirectamente, después de años de incertidumbre, carencias y olvidos encontraron en esta actividad el sustento de un futuro mejor.

Este futuro es para todos y depende, además, de asumir un compromiso crítico veraz que sostengamos en el discurso diario como una forma de defender "nuestros intereses'' como sociedad.