La noticia pasó inadvertida en Latinoamérica, donde la mayoría de los países dependen de materias primas para subsistir, y están pasando por una recesión por la caída de los precios del petróleo, los minerales, los granos y otros productos básicos. En momentos en que los economistas pronostican que los precios de las materias primas no volverán a subir por mucho tiempo, sería bueno que la región mirara lo que están haciendo los sauditas.
Hace poco, el príncipe Mohammed bin Salman develó un plan titulado ‘Visión 2030”, destinado a acabar con lo que él llamó la ‘adicción” del reino al petróleo. ‘No permitiremos que nuestro país vuelva a estar nunca a merced de la volatilidad de los precios de las materias primas o de los mercados externos”, dijo. El plan establece metas para aumentar las exportaciones no petroleras, y para elevar los estándares de competitividad y los niveles de educación para 2030. Para financiar esta diversificación, Arabia Saudita planea vender menos del 5% de su petrolera Saudi Aramco, para invertir fuertemente en sectores no petroleros, tecnología y educación. El plan propone, entre otras cosas, incrementar los ingresos no petroleros de U$S 44.000 millones el año pasado a U$S 160.000 millones para 2020, y a U$S 600.000 millones en 2030. Y fundar al menos cinco universidades al nivel de las 200 principales en los rankings internacionales.
En marcado contraste, pocos países latinoamericanos hacen algo parecido. Según el BID, las materias primas representan el 97% del total de exportaciones en Bolivia, 96% en Venezuela, 94% en Ecuador, 88% en Chile, 87% en Perú, 86% en Panamá, 83% en Colombia, 69% en Argentina, 67% en Brasil, 41% en Costa Rica y 22% en México. ‘En América latina, no vemos una determinación clara de diversificar nuestras exportaciones”, me dijo el economista del BID, Paolo Giordano. ‘No hay planes a gran escala, como los de Arabia Saudita, o como los de China cuando decidió hace unas pocas décadas cambiar hacia una economía de mercado”.
Giordano señaló que los países de la región deberían hacer planes a largo plazo para diversificar sus exportaciones, abrir nuevos mercados. El total de exportaciones de servicios de América latina representa solamente el 2,3% del PBI de la región y, lo que es aún peor, las exportaciones de servicios intensivos en conocimiento sólo representan el 0,7% de la economía.
Pero los países latinoamericanos podrían seguir el ejemplo del plan ‘Visión 2030” y hacer pactos nacionales con estrategias a largo plazo para diversificar sus economías. Deberían fijar metas para elevar drásticamente sus estándares de educación, ciencia y tecnología, para poder exportar bienes y servicios más sofisticados. Si no los hacen, y continúan dependiendo de las materias primas para el 77% de sus exportaciones -promedio regional excluyendo a México- todo el debate político será irrelevante.
