He leído en "La revista bimestrale del Club Alpino Italiano", una nota caratulada "Al confini delle Ande" donde el articulista Massimo Frera reproduce interesantes conceptos de la Dra. Catalina Teresa Michieli, actual Directora del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo "Prof. Mariano Gambier" de San Juan, relativos a la cultura de Los Morrillos y a la momia del cerro El Toro.

Asevera la Dra. Michieli que "Los nuevos estudios han demostrado que el cuerpo (de la momia de El Toro) no presenta lesiones internas ni externas, lo cual hace desvanecer la hipótesis de que el individuo fue estrangulado".

Personalmente siempre sostuve que el indio del cerro El Toro fue estrangulado, idea que aceptó hace algunos años, pero sólo a medias, el Dr. Juan Schobinger, quien en su libro "La momia del cerro El Toro", cita un informe de la misma Dra. Michieli en el que expresa: "También se realizó un estudio tanatológico por parte de la Dra. Carmen Almada, cuyo primer resultado ha sido la comprobación de que no hay lesiones que puedan indicar esquimosis o hematomas, por lo que se descarta cualquier hecho de violencia ejercido en el momento inmediatamente anterior a la muerte". A renglón seguido el Dr. Schobinger agrega: "En dicho informe no se hace mención de la "canaleta" que presenta la momia en el cuello y en el enigma que ello plantea. De todos modos, queda en pie la hipótesis del estrangulamiento".

En mi libro "El enigma de los santuarios indígenas de alta montaña" (1985), escribí: "La inclinación de la cabeza sobre el hombro derecho y la marca acanalada sobre el cuello, indican que el indio de El Toro fue estrangulado…"

En mi opinión, el indio de El Toro (en cuyo rescate intervinieron periodistas y fotógrafos de DIARIO DE CUYO, en febrero de 1964), subió por propios medios hasta donde debía ser sacrificado, (a unos 6.100 msm). Fue adormecido con chicha y coca en polvo, envuelto desnudo en una manta de lana y ubicado a presión en una estrecha fosa cavada previamente en la roca.

A continuación lo estrangularon, dejándole enrollada firmemente al cuello la herramienta del sacrificio, que sin duda retiraron en una ascensión posterior.