El General San Martín quería la Declaración de la Independencia para luchar como nación y no como rebeldes. 

 
Es sabido que el General José de San Martín fue uno de los pilares y propiciador para consumar la anhelada independencia de toda América Hispánica. Cuando arribó a Buenos Aires en 1812, aquel joven militar, con una carrera brillante, traía un bagaje de ideas, bien claras, por cierto, acerca de la filosofía de los pensadores que influyeron en la Revolución Francesa. En general, con todo el conocimiento de ese movimiento llamado Iluminismo. Su fecunda biblioteca lo acompañó en todas circunstancias, pues era un asiduo lector. San Martín tenía claro que su puesto de lucha debía estar en favor de aquellos pueblos esperanzados de libertad que muchos años atrás dejó. En tanto en su tierra natal se había conformado el primer gobierno patrio, desatándose una larga guerra independentista, confrontación que pocos se animaban a presagiar como concluiría. Se presentaban no solo problemas económicos y la fuerte firmeza de los ejércitos realistas; igualmente las discrepancias internas eran variadas referidas a la manera en que organizaría el país, que paradójicamente no existía. San Martín necesitaba captar hombres a su ideario, de ahí que creo secretamente una filial de la Logia Lautaro, que desempeñó un importante rol. Si bien el camino hacia la independencia marchaba, para el Libertador era un tema prioritario declararla. De ahí sus constantes reclamos, tal como lo refleja su conocida carta al diputado mendocino Tomás Godoy Cruz: "Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia... ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender, cuando estamos a pupilo? Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas...". En 1815 comenzaron a ser elegidos los diputados de las distintas provincias, que luego se reunirían en Tucumán para inaugurar un nuevo Congreso Constituyente, luego de que tres años atrás la Asamblea del año XIII había avanzado algo, pero no lo suficiente. Las instrucciones que las provincias - algunas no -, proveían a sus diputados, era la de "declarar la absoluta independencia de España y de sus reyes''. El 24 de marzo de 1816 se inauguró el Congreso en Tucumán. Para ese entonces ya se encontraba en Cuyo, preparando su plan continental, con sabiduría busco hombres de esta tierra que se incorporaran al Congreso de Tucumán, como Tomas Godoy Cruz, Juan Agustín Maza y los sanjuaninos Francisco Narciso Laprida y Fray Justo Santa María de Oro. Llegado el 9 de julio de 1816, fue declarada la independencia. Con el propósito de difundir esta noticia el Congreso remitió a través de chasquis, copias de la célebre Acta, imprimiéndose copias, unas 1.500 en español y otras tantas en quechua y aymará. Cumplida la declaración, el General José de San Martín, emprendió su gesta, la Declaración de la Independencia legitimaba sus próximos triunfos.

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia