Marchas y monumentos para recordar a las víctimas de la tragedia.


Apenas algunas pocas semanas han transcurrido de la visita del presidente turco Recep Tayyip Erdogan a la Casa Blanca, y el Congreso de los Estados Unidos de América desafía a Turquía después de la ofensiva de Ankara en el Norte de Siria. La Cámara de Representantes ha aprobado una resolución que reconoce como "genocidio" -intento de destrucción o aniquilamiento de una etnia o pueblo-, la masacre de los armenios por parte de las tropas otomanas a partir de 1915. La mencionada resolución pide al presidente Donald Trump imponer sanciones y restricciones a Turquía y a sus líderes. 


La reacción de Ankara no se hizo esperar. Como todos sabemos, el partido político gobernante y parte del pueblo turco, rechaza toda resolución acerca del genocidio armenio, considerándola como una decisión "de uso interno, privada de toda base histórica y jurídica". "Se trata de un paso político insignificante -ha dicho el jefe de la diplomacia de Ankara, Mevlut Cavusoglu- dirigido sólo al lobby armenio y a los grupos anti Turquía". El ministerio de Relaciones Exteriores turco ha condenado fuertemente la cuestión de las sanciones. 


La Cámara de Representantes de los Estados Unidos ha reconocido formalmente el "genocidio armenio" con una mayoría aplastante (405 votos afirmativos y sólo 11 contrarios). El texto, no vinculante, invita a "conmemorar el genocidio armenio" y a "rechazar los intentos de asociar al gobierno americano a su negación", y a educar sobre el tema. Falta todavía que se pronuncie el Senado.


El genocidio armenio está reconocido actualmente por 30 Estados, entre ellos la Argentina e Italia. Se estima que aproximadamente 1,5 millones de armenios fueron asesinados durante la Primera Guerra Mundial por parte de las tropas del Imperio otomano, que en aquella época era aliado de Alemania y el Imperio austrohúngaro. Pero el gobierno turco actual rechaza el término "genocidio", sosteniendo que hubo masacres recíprocas en el escenario de una guerra civil y de hambrunas que se llevaron la vida de miles de personas de ambas partes. No hubo, por ende, plan premeditado de exterminio en esa versión.


En el mes de abril de 2017, pocos meses después de que asumiera la presidencia, Donald Trump había definido la masacre de los armenios en el 2015 como "una de las peores atrocidades masivas del siglo XX", cuidando de evitar el término genocidio. Ya esa expresión provocó la ira de Turquía. Barack Obama, cuando era candidato a la Casa Blanca en el 2008, se había comprometido a reconocer el genocidio armenio, pero luego no lo hizo. No quisiera finalizar este breve comentario sin antes citar textualmente dos expresiones autorizadas. Una del papa Francisco, al cumplirse el centenario de la devastación armenia: "No existe familia armenia todavía hoy, que no haya perdido en aquel evento alguno de sus seres más queridos. En verdad aquello fue el Medz Yeghern, el Gran Mal, como han llamado ustedes a esa tragedia". Y otra expresión, la de Juan Pablo II en el 2001, quien recordó el "exterminio de un millón y medio de cristianos armenios y el sucesivo aniquilamiento de miles de personas bajo el régimen totalitario". Alemania reconoció la Shoah, el holocausto judío. Con ello no perdió la identidad ni el propio orgullo. Asumió la responsabilidad histórica y ese gesto no negacionista es saludable. 

Por el Pbro. Dr. José Juan García