El lavado de activos es un delito creciente en el mundo que mueve al año unos 740.000 millones de dólares y va más allá del narcotráfico porque abarca a la corrupción, la trata de personas, el tráfico de armas, la extorsión, el secuestro y el contrabando, según el accionar de las organizaciones delictivas.
Los organismos internacionales de información fiscal, con información cruzada, han aplicado sanciones económicas a empresas de dudosa conformación y personas. Es así que el Tesoro de EEUU ha detectado operaciones ilegales en Perú, confirmadas por las autoridades de Lima, calculadas en unos 10.000 millones de dólares anuales, gracias al crecimiento económico peruano, uno de los mayores de América latina.
En lo que va de 2013 los bancos y entidades financieras de ese país han reportado más de 3200 operaciones sospechosas hechas tanto por empresas como por personas físicas, mientras que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) indicó que el número de operaciones reportadas crece en más de 20% cada año siendo las principales sospechadas la exportación de bienes y la construcción. En esta última actividad, se forma una empresa para hacer un edificio, luego desaparece esa firma y se forma otra, que levanta un nuevo edificio y sigue el ciclo complicado de esclarecer.
Las autoridades también han determinado que el lavado de activos no es exclusividad de pequeñas empresas "fantasma”, sino que existen grandes compañías que mueven pequeños montos de dinero en los bancos, de manera que las cifras no activen las alertas fiscales. Toda una revelación, porque Perú no parecía concentrar una actividad tan importante del dinero proveniente de ilícitos.
