Han sido siete días en los que el mundo ha tenido la ocasión de admirar, sin quedar indiferentes, la figura de un Pastor que cautiva con su sencillez y humildad. En contextos donde se hace dificultosa la convivencia social, el Papa llamó a promover la cultura del encuentro. Pero hubo llamado de atención para todos.
A los obispos les ha pedido sin ambigüedades, que sean pastores, que reflexionen sobre lo que están llamados a ser y hacer: conducir, no "mandonear”, cercanos a la gente, mansos, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza interior como libertad ante el Señor, pero también la pobreza exterior que se manifieste en la simplicidad y austeridad de vida. Aludió a las quejas que llegan al Vaticano acerca de obispos burocráticos, legalistas, sumidos en casos de corrupción económica, malversación de bienes de la Iglesia e interesados en el dinero y no en la evangelización. Algo que tiene su origen en la "psicología de príncipes” de muchos de ellos, a quienes el Papa ha vuelto a reprender. Esa es la incoherencia denunciada por Francisco en el Vía Crucis del pasado viernes, como la que señalaba hace un mes, cuando afirmó: "Me hace mal ver a obispos, curas y monjas en 4×4 o autos último modelo”.
La juventud necesita de una Iglesia en la que sus pastores vivan la conversión pastoral, respecto a la cual el Papa dice que están retrasados, porque en vez de servir se dedican a acusar. Quienes pensaban o se dirigieron a Río de Janeiro esperando que el Papa iba a hablar a los jóvenes solamente, habrán quedado desilusionados aunque lo disimulen. Es que no habrá una juventud orientada mientras los pastores de la Iglesia vivan encerrados en una institución que en vez de ser la Esposa de Cristo se dedique a ser, según palabras del mismo Papa: "controladora y administradora”.
Muchos feligreses dejaron en estos últimos años la Iglesia en las diócesis, incluidas las de nuestro país, donde se han sentido rechazados por actitudes absolutistas y totalitarias, alejadas de la esencia del evangelio. En vez de atraer han expulsado.
Un legado extraordinario dejó Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud: "Empujemos a los jóvenes para que salgan. Por supuesto que van a hacer macanas. ¡No tengamos miedo! Los que están más alejados son los invitados VIP de la Iglesia”. Un desafío que exige ponerse en práctica.
