" Cada tanto rescato (...) el pensamiento de Lennon... y de algún modo -según me encuentre la encrucijada vital ese día- vuelvo a emocionarme".


Nada es más absurdo y contra la civilización que la destrucción del hombre por el hombre. Desde la razón, es imposible justificar el argumento de la guerra. No obstante, desde sus comienzos, la humanidad ha sido escenario de desencuentros que culminaron con la destrucción del otro. Siempre fue posible entenderse, siempre fue posible buscar un cauce de convivencia sin la destrucción.


Hace unos años, mientras caminaba por una humilde plaza de artesanos de La Habana, encontré un pequeño cuadrito con una leyenda que me estremeció. Era un poema de John Lennon, que dramáticamente expresaba: "Un día, si es que después de la guerra existen días, te tomaré en mis brazos y te haré el amor, si es que después de la guerra tengo brazos, si es que después de la guerra existe amor".


Como un arroyo inevitable, me invadieron las lágrimas. Uno nunca sabe de qué modo puede asaltarlo la emoción. Como tesoro conservo en la simple maderita tallada a mano la bella reflexión de uno de los más grandes creadores que dio el remanso de paz que generalmente son la música y el poema.


Muchas veces los mediocres hasta han tratado de derogar la magia, ese don con el cual los prestidigitadores nos inventan palomas y cargan el hombro de ilusiones; pero a la larga el sortilegio se los devora en el inocente gesto de una varita agitada con talento. Una idea política puede suscitar respeto en unos y odio en otros. Esas márgenes irreconciliables de un mismo río, el de la bella vida, pueden enfrentarnos en la esterilidad del desprecio al otro, cuando siempre es posible aprender de él, cualquiera sea su posición social o instrucción. El otro ha vivido cosas que no hemos vivido nosotros, por eso esa riqueza personalísima que sólo él atesora. La guerra civil española, como tantas otras luchas intestinas, asesinó infinidad de artistas y creadores por sus ideas. La envidia suele también jugar a la muerte con las personas. Hay seres que se encargan de sembrar el destrozo para ocultar frustraciones y matar al talento ajeno porque es la causa de sus sufrimientos, como aseguraba José Ingenieros. Pero un ser humano es invencible si ha dejado una contraseña de luz a su paso, por más simple que sea.


En su obstinación por los encuentros, Lennon una vez escribió: "La paz no es algo que deseas, es algo que creas, algo que haces, algo que eres y algo que regalas".


Cada tanto rescato entre mis dedos la delgada maderita tallada con el pensamiento del músico, y de algún modo -según me encuentre la encrucijada vital ese día- vuelvo a emocionarme. En buena hora. 

Por Dr. Raúl de la Torre 
Abogado, escritor, compositor, intérprete