Los grandes desafíos de la humanidad para las próximas décadas los plantean el cambio climático con severas alteraciones -que ya tenemos-, y la alimentación en un mundo acosado por la expansión demográfica frente a recursos limitados para atenderla, incluso con la crítica disponibilidad de agua dulce. En este contexto, los entes dependientes de las Naciones Unidas como la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen el reto de trazar estrategias para alentar la producción sustentable de alimentos y de acciones para que una nutrición saludable evite enfermedades generadas por la malnutrición.
Es necesario recordar que actualmente casi 800 millones de personas están pasando hambre, más de 2.000 millones de seres humanos carecen de micronutrientes y otros 1.900 millones tienen sobrepeso, mientras que 160 millones de menores de cinco años sufren retrasos en el crecimiento. La obesidad está presente en casi todos los países y en constante aumento, reflejo de serios problemas de nuestra dieta y de los sistemas alimentarios.
Lejos de evitarlos, prácticamente todos los sistemas de alimentación terminan enfermando a las personas, ocasionando gastos de miles de millones de dólares en tratamientos médicos y en desarrollar medicamentos para curar la diabetes, por ejemplo, que sería evitable con una correcta alimentación.
El problema es complejo, ya que sin políticas que faciliten el acceso de la población a dietas saludables, todo se frustra y mucho más en la gente de bajos ingresos para la que es inalcanzable llegar a frutas y verduras frescas, porque allí manda el mercado. Bajar costos implica dinamizar la producción y esto requiere investigación, desarrollo y tecnificación.
Por eso el Decenio de Acción sobre la Nutrición, proclamado por la ONU para el período 2016-2025, es una oportunidad para coordinar medidas concretas a partir del aporte distintos sectores, públicos y privados. Las agencias específicas de la organización internacional esperan unir a todos los estados miembros para que la comunidad académica, la sociedad civil y otros actores fundamentales, desarrollen programas alimentarios para la próxima década impulsados por políticas para contar con comida sana y accesible.
