Noviembre de 1934. Nuestra provincia estaba saliendo de casi dos décadas de enconadas luchas políticas, de desmedida violencia, lo que generaba asesinatos o atentados a gobernadores, revoluciones y luego las lógicas intervenciones nacionales. No había demasiado espacio para el arte, para las actividades culturales en general, al menos en los medios de difusión.

Fue en ese contexto que el día 14 de ese mes, apareció un decreto del gobierno ejercido por Juan Maurín, que ponía en movimiento a la primera Comisión Provincial de Bellas Artes integrada por un grupo de hombres vinculados con las distintas expresiones culturales.

Este acto de gobierno se concretó en respuesta a una invitación de la Dirección Nacional de Bellas Artes, organismo interesado en la creación de museos en todo el país.

La comunidad artística recibió con beneplácito la decisión gubernamental toda vez que de alguna manera habría una esperanza de un reconocimiento oficial a la labor que venía realizando, que no seguiría remando en soledad.

¿Qué ambiente había en San Juan en ese entonces? En realidad no eran muy frecuentes las manifestaciones artísticas, literarias o musicales y esa carencia, como un círculo vicioso, provocaba cierta apatía en el público.

El Ateneo Popular Libre era la entidad que más proyección tenía en el ambiente, y organizaba desde el año 1931 los salones anuales de artes plásticas denominados de Primavera. Mientras la exposición permanecía abierta se complementaba con recitales de poesía, conferencias y la actuación de números artísticos, entre otros actos. Se presentó una veintena de pintores con más de 60 trabajos, en el primer salón.

Fernando Bermúdez Franco, pintor, escritor, secretario de la Comisión de Bellas Artes y orador obligado en esos actos, al inaugurar en 1933 el Tercer Salón de Primavera, decía que "felizmente, entre nosotros no todo es tarea mezquina. Algo se hace en interés de la cultura, no obstante la adinamia del medio. Estas exposiciones periódicas -añadía- han de dar sus frutos. Un ambiente no se crea por sorpresa".

Acertadas palabras sin duda, por eso es que al agregarse una entidad oficial y con el nombre de "Bellas Artes" eran justificadas las expectativas creadas y que felizmente no fueron defraudadas por estos hombres que, sin recibir retribución económica alguna, hicieron honor a la responsabilidad asumida.

En notas anteriores me he referido al enorme aporte que hicieron a la cultura provincial, desde que se pusieron de lleno a concretar el plan de actividades de acuerdo a lo proyectado, lo cual ocurrió en julio de 1935.

Ese año, entre otras iniciativas, ofrecieron a San Juan el primer y mayor acontecimiento artístico en la historia del arte en la provincia: la exposición de las obras premiadas en el XXV Salón Nacional de Artes Plásticas, cuya inauguración se realizó el 21 de noviembre de 1935 en los salones de "Casa Italia". El acto contó con la presencia de algunos de los artistas galardonados, entre ellos Lino Eneas Spilimbergo que obtuvo el Gran Premio Municipal. También estuvo presente Pedro Tenti, ganador del Primer Premio nacional en escultura.

No pudo asistir a la ceremonia inaugural el artista plástico Emilio Centurión, que logró el Gran Premio Nacional de ese salón. No obstante los sanjuaninos sí pudieron admirar su gran obra maestra: un óleo sobre tela, titulada "La Venus Criolla", un bellísimo trabajo que forma parte del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes.

La obra puede apreciarse en la revista "Viva" del diario Clarín, edición del día 5 de diciembre de 2010.

Pero no se quedaron con esa extraordinaria muestra del arte, sino que al año siguiente, se dieron el lujo de inaugurar el Museo Provincial Franklin Rawson con el XXVI Salón Nacional de Artes Plásticas.

En realidad el tema no se agota en una nota, porque a propósito del anuncio de que está próximo a inaugurarse el nuevo edificio del Museo Rawson es justo reconocer la labor que cumplieron y cumplen las distintas comisiones que sucedieron a aquella Primera Comisión de Bellas Artes hasta nuestros días.