Para numerosas familias sumidas en la extrema necesidad, la basura se erige como único medio de subsistencia: no sólo como fuente de alimentos para consumo personal, sino también de ingresos, a partir de la venta de materiales que consiguen rescatar de la basura. Por eso seleccionan, clasifican y revenden materiales, ya sea cartón, vidrio, plástico o metales, esperando poder sacar alrededor de 400 pesos, que es en promedio lo que obtiene un cartonero en una semana.
Según datos de la Cooperativa de Recuperadores Urbanos del Oeste, en Buenos Aires, actualmente se paga el kilo de cartón a 78 centavos; el de plástico y papel blanco, a 1,20, y el de vidrio, a 34 centavos. Aunque resulte increíble, para los habitantes de villa La Cárcova, cerca del Cinturón Ecológico, Area Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse) de la localidad bonaerense de San Martín, la disyuntiva diaria es comer alimentos del basural atentando contra su seguridad alimentaria o no comer.
Un estudio realizado en 2008 por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y el Centro de Información Metropolitana señala que en el área metropolitana porteña existen 22 sitios de disposición de residuos que se encuentran sobre villas de emergencia. A pesar de las advertencias y recomendaciones por parte de organizaciones, las acciones de los habitantes de La Cárcova y otros asentamientos como Barrio Nuevo e Hidalgo están marcadas por la necesidad extrema. Vecinos admiten tomar carne descongelada y volverla a congelar, o incluso poner a los bebés los pañales que desechan en el Ceamse provocándoles sarpullidos y otro tipo de alergias. El problema de la basura no reside sólo en la provincia de Buenos Aires. En la ruta 40, a 9 kilómetros de Bariloche, se encuentra un basural a cielo abierto que tiene a su alrededor barrios precarios.
Un problema tan complejo requiere necesariamente de un abordaje integral. Aún falta profundizar el circuito para conseguir que los productos desechados por las empresas alimentarias por problemas de envoltorio o con fecha cercana al vencimiento lleguen en forma directa a las familias más necesitadas. Durante 2010, alrededor de 5.800.000 kilos de alimentos fueron los que la Red Argentina de Bancos de Alimentos logró rescatar antes de que pierdan su valor y terminaran en el basural.
Es imprescindible unir imaginación y creatividad para que la cuestión ideológica no prime en el tratamiento ecológico, y que en el centro esté siempre el respeto a la dignidad de la persona humana.