Después de 36 años de búsqueda incesante, Estela de Carlotto, la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, organización emblemática de los derechos humanos en la Argentina y reconocida en todo el mundo, encontró el martes último a su nieto nacido en cautiverio y apropiado durante la última dictadura militar. Sin duda ha sido el mayor premio recibido por esta luchadora incansable que ya encontró 114 nietos, hijos de desaparecidos o asesinados, y también el mejor estímulo para seguir trabajando para encontrar a otros 400 niños -ahora jóvenes- que desconocen sus orígenes.
La intensa trayectoria de Abuelas de Plaza de Mayo en las últimas décadas ha posibilitado disponer en el país de estructuras para los fines específicos, como el el Banco de Datos Genéticos, al que concurrió Ignacio Hurban, cuando decidió hacerse los estudios de ADN a partir de las dudas que tenía sobre su identidad. El talentoso músico radicado en Olavarría, resultó ser hijo de Laura Carlotto y Oscar Montoya, para sorpresa de un país por el júbilo a su tenaz abuela, con una emoción que repercutió como noticia en el plano internacional.
Los mecanismos para estos asombrosos hallazgos incluyen al Juzgado Federal a cargo de María Servini de Cubría, la primera magistrada en reintegrar hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio en 1977, un mérito que indica la sola mención del año en que inició su tarea humanitaria. Se suma a un conjunto de entidades y organismos creados al efecto, como la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), que ubican a la Argentina en un liderazgo entre los países más avanzados en la tarea de investigar y ubicar a las personas que perdieron lo más preciado: la verdadera identidad.