Por la envergadura, complejidad, costos y exponer un prodigio de la ingeniería, sin duda la ruta 150, desde Valle Fértil a Jáchal, en nuestra provincia, es la obra vial de mayor trascendencia que se ejecuta en el país. Prácticamente una excepción ante las mayores necesidades de un parque automotor en constante crecimiento, que debe utilizar un sistema obsoleto con más de medio siglo de estancamiento.

Basta observar un mapa de posicionamiento satelital, o GPS, para conocer el enorme déficit de caminos sin pavimentar, un problema que lo soporta la producción y, en particular, las economías regionales que movilizan la riqueza mediante la onerosa logística del camión, con una incidencia en los fletes del 90% con respecto a las cargas ferroviarias, que recién se están reactivando, en tanto el tránsito fluvial es insignificante.

Según datos del Consejo Vial Federal, la red de la Argentina tiene 622.527 kilómetros de extensión, de los cuales 38.744 km pertenecen a la red primaria de jurisdicción nacional, 183.643 km son provinciales, señalados como red secundaria y un tercer segmento de 400.140 km son caminos rurales, o red terciaria.

De ese total sólo un 10,6% está pavimentado en territorio nacional y provincial y 66.046 kilómetros asfaltados con escaso o nulo mantenimiento. En cuanto a los caminos de tierra -aún los consolidados-, las lluvias los deja intransitables y la mayoría se encuentra en la pampa húmeda y regiones productivas, lo que encarece los costos en momentos de transportar las cosechas. Además el campo sufre las consecuencias de una red colapsada que veda los camiones durante los fines de semana largos o en tiempos de vacaciones por el congestionamiento vehicular.

Si bien hubo avances significativos en nuevas autopistas urbanas y enlaces vitales, son excepciones que no se compadecen con el intenso crecimiento que tuvo la pavimentación vial desde 1920 hasta 1980, cuando cayó drásticamente esta evolución vital para el desarrollo. Las rutas troncales, por ejemplo la 40, tuvieron mejoras significativas, pero lejos de los requerimientos actuales como sería una autopista San Juan-Mendoza.

Es que la política juega un papel fundamental. Nuestra provincia ha logrado pavimentar la ruta Barreal-Uspallata hasta el límite interprovincial, pero la indiferencia mendocina dejó trunca esa conexión del Corredor Andino. Otro tanto ocurre con la ruta de San Agustín, Valle Fértil, a San Ramón (La Rioja). El tramo sanjuanino está pavimentado y el resto es un guadal.