La palabra "educar” está asociada a guiar, facilitar, conducir, inducir, orientar, cambiar. Cada una de estas acciones reflejan de alguna manera la tarea y el compromiso de quien educa, sean estos padres o educadores, quienes son los principales protagonistas en la tarea educativa de sus hijos y sus alumnos, respectivamente. Sin embargo, habría que analizar la realidad del siglo XXI; como el relacionarse con cientos de estudiantes, educadores y padres de diferentes partes, me hace reflexionar sobre la calidad de la educación que se está dando en nuestros tiempos, entendiéndose por calidad educativa ¿la capacidad de responder a las necesidades del entorno.

Parte de esta realidad la veo reflejada en la dificultad de los educadores para motivar al aprendizaje y responder a la diversidad, el reto de los padres en la formación de valores y hábitos en sus hijos, la dificultad de ambos para mantener y desarrollar una convivencia adecuada en el entorno familiar y educativo, la dificultad de los hijos y estudiantes para establecer un vínculo con sus padres y sus educadores, la frustración de los alumnos por no encontrarle un sentido o significado al contenido curricular.

La educación es, quizá, el área donde sea más urgente reflexionar y generar estos cambios, ya que la escuela es una de las instituciones más importantes en la construcción de ciudadanía mediante la transmisión de conocimientos, saberes y valores.

Educar no es sólo entregar conocimientos

Gardner ha sido categórico en señalar que "la educación del ser humano es un proceso complejo que se basa fundamentalmente en decisiones sobre objetivos y valores. Debemos aceptar la ruda realidad. Se puede ser inteligente sin ser moral, creativo pero no ético, sensible a las emociones y no usar esta sensibilidad al servicio de los demás”. Por esto es que en su último libro, titulado "Verdad, Belleza y Bondad reformuladas: educando para las virtudes del siglo XXI”, el científico recalca que además de centrar la enseñanza en el niño que la recibe, entregando una amplitud de conocimientos y experiencias que les permitan desarrollar todo su potencial, debemos aportar valores que los guíen como personas y les permitan formar un mundo mejor.

Frente a este planteamiento, Edite Barbosa destaca la relevancia de la guía oportuna de padres y profesores durante el proceso de crecimiento de los niños. "No hay que concentrarse sólo en el rendimiento en la PSU o el Simce, sino en educar para la vida, educar para que vivan la verdad, la belleza y la bondad con los demás.

Los docentes de hoy tienen que enseñar a los alumnos "a vivir” la verdad, la belleza y la bondad en su vida diaria. Asimismo, en el plano académico, el docente ya no puede hacer la misma clase tradicional de antaño, sino que tiene que asumir un rol de guía, pues quien hace el camino es el alumno. Eso significa, por ejemplo, mostrarle las infinitas posibilidades que tiene de resolver un problema de matemática. Pero luego, el profesor da un paso al lado y es el alumno quien vuelve a tener el protagonismo de su aprendizaje. Sólo vuelve a aparecer cuando el estudiante lo necesita, ya sea para despejar dudas o para avanzar en la materia.

En el caso de los padres:

* En relación con la verdad: aprovechar instantes de la vida cotidiana para conversar con sus hijos acerca de las distintas miradas frente a una noticia que pueda ser de interés familiar, reflexionar con ellos y animarlos a investigar para que sus opiniones tengan fundamentos sólidos.

* En relación con la belleza: también es importante que compartan con sus hijos experiencias como visitar el fin de semana un paisaje natural o un museo. "No se puede definir si algo es bello o no a partir de la ignorancia explica Edite Barbosa. Es necesario que los padres, a igual que los profesores, lleven a sus niños a disfrutar de distintos lugares.

Además, tal como explica Elena Young, no es lo mismo vivir una experiencia de este tipo con el resto del curso a vivenciarla acompañado por los papás, pues aquí incorporamos toda una dimensión afectiva que transforma esa experiencia en algo mucho más relevante para el niño.

* En relación con la bondad: vivirla. No hay mejor ejemplo que ése. Vale más que mil palabras.

En las palabras Dr. Gardner, científico y profesor de la Universidad de Harvard. "Si desistimos de vidas marcadas por la verdad, la belleza y la bondad -o por lo menos de la perenne búsqueda de ellas- nos resignamos a un mundo en el cual, nada tiene valor, o en el que todo vale. Para no sucumbir a un experiencia triste, sin normas ni sentido, es necesario revisar estos conceptos…Necesitamos determinar qué es lo esencial, que es lo que no debe y no puede ser desechado, que ya no es relevante o justificable y que tiene que ser reformulado. Debatir si, descartar no. Fomentar el sentido crítico.”