Según el proyecto aprobado por la Cámara de Diputados, que será sancionado por el Senado y se convertirá en ley muy pronto, Uruguay legalizará el cultivo, la distribución y la venta de marihuana. El consumo ya está permitido en este país. Lo que es más, el Estado se convertirá en un gran proveedor de marihuana: concederá licencias a los productores, les comprará la marihuana y la distribuirá a las farmacias, donde consumidores previamente registrados de más de 18 años podrán comprar el equivalente de 30 cigarrillos mensuales. Además, se podrá cultivar hasta seis plantas de cannabis en el hogar, y crear "’clubes de consumidores” de hasta 45 miembros, para proveerse entre sí.

Desde mi perspectiva de alguien que en general respalda las propuestas de legalización de la marihuana, y que coincide con Mujica sobre la necesidad de buscar alternativas a la guerra contra las drogas con decenas de miles de muertos en Latinoamérica, le pregunté al ex presidente Sanguinetti -opositor del gobierno- cuáles son sus razones para oponerse a la ley. Su primera crítica no fue tanto a la legalización en sí, sino "’a la atmósfera de jolgorio” que existe y teme que conducirá a un consumo generalizado de drogas.

"’Se ha instalado un clima de permisividad, cuando se conocen los resultados nocivos de la marihuana”, me dijo Sanguinetti. Agregó que, la propuesta de legalización fue resultado de "’una serie de improvisaciones” que empezaron cuando Mujica mencionó en una oportunidad, al pasar, la idea de que el gobierno debería asumir el control del comercio de la marihuana, para quitárselo a los cárteles. Según Sanguinetti, Mujica "’es un anarquista romántico que habla todo el día” de lo que se le ocurra: "’lanzó una idea, y cuando vio que se formó un gran debate internacional, y que él estaba en el centro de la escena, siguió adelante”. Según una encuesta de la empresa Cifra, el 63% de los uruguayos se opone a la ley, y sólo el 26% la apoya.

Pedro Bordaberry, senador de la oposición, me dijo que duda de que el gobierno pueda ser un administrador responsable del negocio de la marihuana. Uruguay es un país en el que la implementación de las leyes es un problema. Según Bordaberry "’¿Como van a evitar que alguien que no es consumidor se registre, se lleve sus 30 cigarrillos, y los revenda en la calle a menores de edad?”.

Mi opinión: En general estoy a favor de la legalización de la marihuana, porque el modelo prohibicionista de las últimas cuatro décadas ha provocado guerras que han costado decenas de miles de vidas en México y Centroamérica, con pocos resultados positivos. Y la represión ha costado miles de millones de dólares, que estarían mejor empleados en la prevención, educación y en campañas de rehabilitación. Pero la legalización debería realizarse en medio de campañas contra las drogas mucho más grandes que la de Uruguay. De otra manera, si se hace en una "’atmósfera de jolgorio” que lleva a la permisividad, como dice Sanguinetti, terminará con muchos más consumidores de drogas de los que existen.