La ola de violencia originada por problemas racistas en EEUU se ha hecho extensiva a todo el mundo.

El problema del racismo parecía medianamente superado. No pocos textos universalmente aceptados sobre derechos humanos han educado a las últimas generaciones. A partir de la Declaración de las Naciones Unidas del 10 diciembre de 1948 a la cual siguen la Declaración de las mismas Naciones Unidas sobre le eliminación de todas las formas de discriminación racial del 20 de noviembre de 1963 y la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial adoptada por la vigésima Asamblea General el 21 de diciembre de 1965 entrada en vigor, hacían pensar en aceptación sincera de todo ser humano, cualquiera fuese la forma de fisonomía. Incluso en naciones que parecían refractarias a todo cambio de este tipo: los Estados Unidos por ejemplo, que no hace mucho tuvo por 8 años un presidente de origen africano.


Pero los acontecimientos de esta violenta semana americana dan cuenta de un lamentable retroceso. La cruel e injusta muerte de una persona de color en manos de un malvado policía en Minneapolis, ha provocado estupor, rabia y decenas de manifestaciones. 


Sin duda se puede demostrar hoy que genéticamente todos los seres humanos son perfectamente iguales y radicalmente distintos de los otros seres animales por cuanto desarrollados y vecinos de algún modo a la especie humana. Nadie podría invocar a Dios como Padre si no entiende que todos -absolutamente todos- somos hijos iguales de ese mismo Padre.


Hoy subsiste el machismo, que es otra forma de injusta discriminación. La mujer ha sido (y en un cierto sentido) todavía es, considerada una especie de "hombre" fallido. La misma calificación de "sexo débil" aplicada a la mujer, apenas disimula una cierta oscura conciencia de la inferioridad "racial" de la mujer. Como hay un racismo anti-negro y anti-judío, hay también un racismo anti-femenino. No es difícil comprobarlo en estos tiempos en la manera cómo la mujer es vista a menudo como un simple objeto de exhibición. 


¿Por qué hay diferentes "razas" en este mundo con diferentes características de color de la piel y otras también más o menos visibles? Es tarea de los científicos explicar, desde el punto de vista genético, pero también, es de suponer, ambiental, cultural y quizás histórico, este fenómeno. Sea lo que fuere de estas varias explicaciones, una cosa es innegable, también y sobre todo científicamente, y ella es, que todos los seres humanos, cualquiera sea el color de su piel y cualesquiera fueran otras características somáticas, son todos igualmente "hombres" y por consiguiente, no hay ninguna "raza" (para usar una vez más este término manifiestamente inadecuado), superior a ninguna otra, ni ningún individuo o grupo humano es menos "hombre" que cualquier otro grupo o individuo. Principio científicamente indiscutible.


La enseñanza bíblica respecto de la fundamental igualdad y por consiguiente dignidad de todo ser humano, se encuentra afirmada en la primera página de la Biblia, donde se dice explícitamente que Dios creó al hombre a "su imagen y semejanza" (Gen 1, 26). 


El racismo es violencia, una cachetada a la igualdad de todo ser humano, un énfasis inútil, un corsé del pensamiento, un retroceso en la cultura.

Por el Pbro. Dr. José Juan García 
Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo