En la última reunión del G-20, en Londres, el presidente Barack Obama afirmó que Estados Unidos y el resto de los países miembros, tratarían de hacer desaparecer, o al menos ejercer un control sobre los llamados paraísos fiscales.
Lo cierto es que, éstos actúan, desde hace casi un siglo, casi inamovibles. Más aún, han proliferado a partir de 1960 junto con la acelerada etapa de descolonización de la ONU, y actualmente suman 55 en los cinco continentes. La cantidad de dinero depositada a buen recaudo en estos micro estados o estados exiguos, que a veces tienen por todo territorio una pequeña isla del Caribe, del Indico, o del Pacífico, resulta impresionante. De los once países con renta per cápita más alta del mundo, siete son paraísos fiscales. El dinero que ha salido últimamente de países en vías de desarrollo, principalmente de Asia y de Africa, y que se ha refugiado en estos micro estados, alcanza el billón de dólares.
La ingeniería jurídico financiera de los abogados norteamericanos inventó una ley muy favorable para sus intereses de entonces. Se la conoce como Ley 32 de 1927, relativa a la creación y gestión de sociedades anónimas panameñas, que son el precedente y la base jurídica de todas las entidades mercantiles opacas que hoy circulan por el mundo. Panamá es el primer paraíso fiscal de invención norteamericana, que se conoce en la historia del Derecho Internacional.
Si EEUU fue el inventor de la Ley 32, Gran Bretaña ha seguido con gran voracidad el ejemplo, y bajo su soberanía actualmente funciona el mayor número de paraísos fiscales del Caribe, con Bahamas a la cabeza, y Gibraltar. En Europa tienen una gran tradición el Principado de Mónaco, elegido por deportistas famosos, modelos y artistas, entre otros, como así también el Gran Ducado de Lichtenstein, entre Suiza y Austria.
Los paraísos fiscales que se extienden por los cinco continentes no es un tema de fácil resolución para el comercio y las finanzas internacionales. Por mucho que anuncien Obama y el G-20, resulta difícil pensar en soluciones a corto plazo. Para esto tendrían que cambiar radicalmente los principios del derecho internacional en relación a la soberanía de los Estados, y cambiar en profundidad las normas del derecho internacional privado, especialmente lo relativo a las personas jurídicas.
Se trata de una ardua tarea cuya responsabilidad debería recaer en los EEUU que fue el país que inventó los paraísos fiscales, en perjuicio de una gran parte del mundo.