Nunca es tan oportuno como hoy recordar que una democracia debe afirmarse día tras día a través de la legitimidad que sólo se adquiere con el ejercicio cotidiano del poder y el respeto por el ordenamiento constitucional. Sin esta legitimidad, se degradan las instituciones y se cae en el descontento generalizado de la opinión pública.
Democratizar la Justicia implica también evitar un mal endémico que se repite en las provincias y en ese Poder central: el nepotismo arribista sin antecedentes intelectuales ni profesionales de peso, y hasta sin experiencia. Asegurar la independencia del Poder Judicial es garantizar los derechos del ciudadano y condición para el sostenimiento del sistema republicano y consolidación de la democracia.
La Argentina ha sido una república de a ratos. La división de poderes ha sido violada en distintas oportunidades a lo largo de nuestra historia por gobiernos antidemocráticos y autoritarios, como las revoluciones de 1930 y de 1943, la Revolución Libertadora, la Revolución Argentina y el Proceso de Reorganización Nacional, arrogándose el ejercicio unificado de la función del Estado por medio de aquellos dictadores que tomaron la suma del poder público.
Pero aún durante los períodos democráticos, aparecen tensiones y tentaciones que, si bien no implican la concentración de esas funciones en una sola mano, tienden al debilitamiento de alguno de los poderes del Estado. Así, la realidad política de alguno de esos gobiernos nos demuestra que, en distintas ocasiones, los poderes ejecutivos se arrogan -o intentan arrogarse- funciones que de acuerdo con la Constitución Nacional le son ajenas por ser propias de otros poderes. En otros supuestos, tanto el Ejecutivo como el Legislativo debilitan, a veces sin intención y otras intencionadamente, a aquel de los tres poderes del Estado que ya se presenta "’ab initio” como el más débil: el Judicial.
El necesario respeto a la Constitución fortalecerá la República, asegurando la democracia. La Argentina, entonces, será una República con mayúscula, noble garantía de libertad e igualdad para todos, como expresaran las sabias palabras del prominente jurista Joaquín V. González: "’Ningún pueblo de la tierra ha gozado de libertad, mientras no ha tenido asegurada su justicia”.