Se pueden observar hoy condiciones de tensión entre construir un presente esperanzador, y un apuro del momento, en querer deconstruirlo rápidamente en base a ideas que se pretenden naturalizar. Y, se verá en tres condiciones, que podrían llamarse de extranjero del ser homo tecno actual. 


Primera condición: resulta como la de un extranjero "enredada". Las ideas diferentes que se daban en la proyección a futuro encontraron un punto bisagra en la pospandemia. Las consecuencias del comunismo y del pensamiento de Marx (filósofo economista 1818-1883) llevarían al fin de la historia sin clases, en un triunfo sobre el mundo de manera pura. Lacan (teórico del psicoanálisis en base a la experiencia 1901-1981), sostenía que "el capitalismo era un movimiento circular que se reproducía a sí mismo de manera ilimitada y constante". Un nuevo sentido de la vida, con la propia identidad tanto colectiva, como individual ameritarían una búsqueda del bien común. El mundo de hoy resulta una especie de nuevo gnosticismo (mística de la salvación siglo I). Es decir, así como en la gnosis antigua, también en la contemporánea, encontramos la idea de dos mundos en total conflicto, ya que el mundo verdadero es el mundo futuro, del todo contrario al mundo presente, que se vive como extranjero. 

"El ser tecno al no poder arraigarse, busca construir un cambio radical, que le ayude a superar todo rápidamente, en el adelanto de la ciencia y la técnica".

Por lo tanto, siguiendo esta línea, el fin del siglo XX, y su continuación en este comienzo complejo del s. XXI, podrían tomarse como un periodo único histórico. Oportunamente, así como la edad medieval giraba en torno al discurso teológico: la historia contemporánea es historia filosófica, que nos se limita sólo a inspirar la política, sino que abarca muchas temáticas. Durante el siglo XX todo fue observado bajo la idea de la revolución que se tenía que dar a través del activismo y la manifestación en las calles. Luego fue cambiando con la ida de progresismo; posteriormente, en la idea de que la lucha visibilizaría las cosas con la acción concreta. Y, el temple de lo que olía a valores, como un disciplinamiento del neoliberalismo. De tanto, en tanto, se lo buscaba llenar en vocabulario, como una forma simbólica de conquistar una colina importante en medio de un campo de batalla cotidiano. Es decir, se creía en la nueva espiritualidad del sujeto racional, como centro de la producción histórica, que no había nada sólido a lo cual atenerse, y que por lo tanto, "el inexorable crecimiento llevaría a la eutanasia de la religión". No obstante, resulta paradójico, porque la irreligión natural de Marx se volvió contraproducente. El concepto de "clase" atribuido como la revolución del proletariado en la producción, dio paso al concepto de "pueblo", cambiante, como "el devenir de la realidad material". El revolucionario debería "superar" las cosas en el todo distinto, contrario al "renegar", que sonaría a moralismo. 


Segunda condición: resulta como la condición de un extranjero "náufrago". Él desnaturalizar, se vuelve un real desafío en este tiempo bisagra, frente a los medios que repiten que la gente está angustiada y no da más ¿Por qué la palabra revolución tensa socialdemocracia? ¿Por qué la palabra neoliberalismo tensa al capitalismo? Oportunamente, para redondear, el ser tecno al no poder arraigarse, busca un cambio radical, en el auge de la ciencia y la técnica.


Tercera condición: La condición del ser humano podría llegar a ser "solvente". Cuando el ansia de logros rompa con la opresión: con un nunca más de la realización de la revolución, como coincidencia con el derrocamiento de las esperanzas, y de las profecías de sus promotores.

Por Diego Romero
Periodista, filósofo y escritor