Aunque parezca algo absurdo o una indagación estéril, es útil en tiempos de incertidumbre pensar que configura el silencio. "El silencio es de oro y la palabra de plata” dice un antiguo adagio. Pero cuando el silencio ronda la salud de los políticos o de los famosos, esta frase toma mayor valor porque causa singulares expectativas en las audiencias cualquiera sea el canal o el soporte informativo.

Materia de silencio es sin duda un parte médico, que en fin debiera ser reservado pero en el mundo de los intereses partidarios adquiere un peso ponderable que se traslada directamente al mercado financiero, a la controversia y a la faz singular de la primicia, como ocurre cada vez que se informa sobre la salud del presidente venezolano Hugo Chávez.

El silencio vive de eufemismos, que no es otra cosa que reemplazar palabras por otros vocablos, muchas veces técnicos y otras que suavizan una situación. Cuando la ciudadanía escucha "estable, tranquilo, conectado, comunicativo, favorable”, esto puede referirse a muchos escenarios, a diversos conflictos, sin precisar absolutamente nada. La palabra es una construcción social, su significado también lo es; suprimirlas, substituirlas es una manera de graduar la intensidad de la noticia.

Cuando los referentes aprendan a desprenderse del doble lenguaje y de la metáfora comenzaremos a desandar el camino de la verdad informativa emanada de fuentes confiables para no llenarnos la vida de silencios sino de palabras congruentes que anuncien otra era más auténtica, más previsible donde el círculo del temor no arraigue y entendamos que informar es tarea de todos.