No caben dudas de que "La Cumparsita", del uruguayo Gerardo Matos Rodríguez, origen pese al cual es para todos la máxima expresión musical argentina y, para muchos, un verdadero himno nacional rioplatense, es el tango más conocido en el mundo, no importa quién lo cante o toque, razón por la cual no es de extrañar que se trate del más grabado tanto en nuestro país como en el resto del mundo.
Francisco Canaro destaca en un libro de su autoría que "…La cumparsita tiene la particular virtud de que la estructura de su música se presta maravillosamente a ser enriquecida por orquestaciones de mayor vuelo, todo le viene bien a "La cumparsita": armonías para violines, variaciones de bandoneones y otros importantes instrumentos, además de otros atrayentes efectos musicales, que los orquestadores y directores aprovechan hábilmente para lucimiento de su respectivo conjunto. Cada director de orquesta típica tiene su propio arreglo. Y, orgullosamente, está convencido de que su autorizada interpretación es la mejor que existe…"
Es bien conocido que este tango nació como la marchita de una murga universitaria montevideana, compuesta originalmente por un joven estudiante de Arquitectura llamado Gerardo Hernán Matos Rodríguez. La fecha no está muy bien definida, aunque se estima que puede haber sido para los Carnavales de 1915 ó 1916, y estaba destinada a la comparsa del cercano carnaval organizada por la Federación de Estudiantes del Uruguay. En una nota dedicada a Roberto Firpo decíamos que, estando este gran músico argentino actuando en Montevideo, se le acercó un grupo de jóvenes solicitándole revisara y diera forma definitiva a una marchita destinada a representar a la comparsa de estudiantes que ellos integraban. De este modo Firpo reelaboró la música para darle la forma como hoy la conocemos, y, según cuenta la anécdota, muchas veces se arrepintió de no firmarla como co-autor, lo cual no es de extrañar pues recuerdo haber escuchado una entrevista del periodista radial Rony Vargas a una sobrina nieta de Matos Rodríguez, y ésta comentaba que la familia recibía unos 200.000 dólares anuales en concepto de derechos de autor.
Al margen de esta situación legal, la primer grabación de "La cumparsita" fue realizada justamente por Roberto Firpo, seguida casi de inmediato por la segunda, esta vez por la orquesta de Juan Maglio "Pacho", ambas en 1916 aún cuando existen dudas sobre el año real de dichas ejecuciones.
En 1924 nuestro tango emblemático estaba prácticamente olvidado, pero Pascual Contursi y Enrique P. Maroni lo "desenterraron" y, sin autorización del compositor uruguayo le pusieron versos y le cambiaron el nombre por "Si supieras", desatando un vendaval de críticas y litigios jurídicos que recién se resolvieron en 1948. Con gran disgusto, Matos Rodríguez escribió de apuro y en el mismo 1924 otra letra, esta vez de fuerte contenido dramático, grabada en 1930 por el tenor italiano Tito Schipa y luego en 1955 por la orquesta "de los Angeles" D’Agostino-Vargas.
Carlos Gardel grabó dos veces "La cumparsita", en ambas ocasiones con los versos de Contursi y Maroni, la primera de ellas en Buenos Aires en 1924, para repetir tres años después en Barcelona, ya con el sistema eléctrico.
No hay dudas de que los versos de Contursi y Maroni muestran un sentimiento más dulce y emotivo cuando dicen "…Si supieras que aún dentro de mi alma conservo aquel cariño que tuve para vos…", contraponiéndose al drama más violento que plantea Matos Rodríguez "…La comparsa de miserias sin fin desfila en tomo de aquel ser enfermo que pronto ha de morir de pena…" No obstante la innegable fuerza poética de ambas versiones, siempre estimé más adecuado considerar a "La cumparsita" como un tango eminentemente instrumental, constituyendo quizás su expresión cumbre las seis versiones que realizó D’Arienzo entre 1928 y 1971. También Astor Piazzola grabó varias versiones, cuatro en total, pese a haber declarado en diversas oportunidades que en su opinión era el peor y más pobre tango del mundo.
Deteniéndonos en la figura de Matos Rodríguez, digamos que nació en Montevideo en 1897 y escribió su obra máxima a los 17 ó 18 años sin más pretensión que servir de apoyo musical al grupo estudiantil que integraba. Según José Gobello, cuando la comparsa carnavalera de estudiantes pasaba cantando su marchita por las calles de un barrio periférico (la "Vaquería"), un peón exclamó en cocoliche dialectal "…guarda que viene la cumparsita de los estudiantes…".
Matos Rodríguez falleció en 1948, sin alcanzar a ver terminado el pleito por la autoría de su ópera prima, completado recién 6 meses después gracias al laudo de Francisco Canaro. De todos modos, su nombre quedó asociado para siempre con este emblema musical rioplatense.
