El autor de la nota durante la entrevista a Vanni, en la desaparecida Quinta "17 de Octubre'', de Madrid.

Periodista - Corresponsal de Cadena 3 Argentina en San Juan
 
El 3 de septiembre de 1971 el brigadier Jorge Rojas Silveira, enviado del entonces presidente Alejandro Lanusse de la dictadura iniciada en 1966 y finalizada en 1973, entregó a Juan Domingo Perón, en la Quinta "17 de Octubre'', el féretro conteniendo los restos de María Eva Duarte de Perón. Concluía un promiscuo recorrido fúnebre de un cuerpo que había peregrinado casi dos décadas hasta encontrar destino definitivo en la Argentina. Fue en 1974, en la residencia de Olivos, junto a su ya para entonces fallecido esposo. Sin embargo, no sería la morada final de aquella figura que embalsamó el español Dr. Pedro Ara. Con el derrocamiento de María Estela Martínez de Perón (Isabelita) en 1976, sus resto serían exhumados una vez más para trasladarlos a un mausoleo familiar de los Duarte, en el cementerio de La Recoleta. Fue por orden de Jorge Rafael Videla. Era el mismo cuerpo que, bajo el nombre de María Maggi de Magistris, había sido enterrado en un cementerio de Milán por orden del general Pedro Eugenio Aramburu, poco después de tomar el poder de la "Revolución Libertadora'', tras desplazar a Eduardo Lonardi, en noviembre de 1955.
La recuperación de los restos fue "profundamente emotivo'' para el ex presidente, según explicó a finales de los años "80 a este periodista, José Miguel Vanni, último administrador de la residencia del ex presidente desde su retorno junto a su esposa en 1973, y hasta el traslado definitivo del cuerpo de Evita a la Argentina en 1975. El mítico chalet fue vendido y luego destruido a comienzos de los "90. Allí se construyó un complejo residencial privado. Aquel día de la recuperación del cuerpo, según el relato de Vanni en "La razón de su vida'': "Una vez que Rojas Silveyra entregó el féretro a Perón ese día veraniego de 1971, el general quiso abrirlo para comprobar si de verdad se trataba de su segunda esposa. A partir de ese momento, la casa, que siempre fue tranquila, se convirtió en una especie de santuario. Pero todas las actividades políticas tenían un acento de respeto. Incluso cuando lo visitó el Dr. Arturo Frondizi, en marzo de 1972, estaba el cuerpo de Evita con nosotros. Recuerdo que, tras la despedida a Rojas Silveyra, el general ordenó tomar varias fotografías y filmar el féretro abierto. Al cuerpo se lo veía muy deteriorado por la humedad, los insectos. Tenía señales de golpes en la cara y cuello, puntazos en la sien derecha, un golpe muy fuerte en la nariz y un dedo de la mano derecha; el tercero, cortado. A su vez las plantas de los dos pies estaban cubiertas de brea. Viendo todo esto, Isabel Perón dispuso limpiar el cadáver, lo que le llevó varias semanas. Luego lo colocamos en otro féretro forrado en tela celeste, y una túnica de seda blanca que le confeccionaron las Madres Mercedarias de Madrid. Otra etapa fue la del cuidado de sus rubios cabellos. Para eso, Isabel los limpió con cuidado de insectos y tierra. Y los peinó, recogiéndolos hacia un costado de la cabeza''.


Más adelante, cuando ya Perón había muerto e Isabel era presidenta, el 17 de noviembre de 1974, a dos años exactos del primer regreso de Perón a la Argentina, el cadáver volvió a Buenos Aires tras 19 años de tumultuosos movimientos y algunos misterios todavía inéditos. Aún le quedaba dos años de incertidumbre en la Quinta de Olivos, hasta su descanso definitivo en el mausoleo familiar del cementerio de La Recoleta.