Mucho se habla de soñar y de sueños siendo los medios los que propician realizar alguna actividad en pos de un sueño. Como éste es el mes de homenaje a Sarmiento y el carrusel del Sol 2011 tiene como eje el mundo de los sueños del prócer, tal vez sea propicio reparar en que soñar a la altura de los sueños de nuestro prócer máximo, dista mucho de los sueños que mueven ahora a nuestro jóvenes aunque disponen de mayores y mejores medios para alcanzar lo que por definición es un "anhelo persistente de algo". No está mal discurrir fantásticamente por nuestro interior y anhelar cosas pero el precio de esos anhelos y lo que dejamos en el camino para lograrlo o a quien perjudicamos con igual fin, sí lo está. Aristóteles hace siglos dijo "La esperanza es el sueño del hombre despierto", y mucho después Karen Ravn -escritora estadounidense- afirma "Sólo en la medida de lo que sueño, puedo ser". Y acá volvemos a Sarmiento: anhelaba el avance del saber sobre la ignorancia, de la civilización sobre la barbarie, en permanente lucha por ideales nobles y elevados a veces incomprendidos e inaceptables en su tiempo pero que nos maravillan ahora. En el sueño sarmientino, "el Delta del Paraná sería tan valioso como el Nilo para Egipto, sus islas una suerte de Venecia para la cultura" y en parte algo de eso concretó. Calderón de la Barca quien dijo la vida es sueño y los sueños sueños son… tal vez olvidó que las diquisiciones oníricas pueden hacerse realidad en base a un esfuerzo constante, no banal y para la TV, que hoy en día no repara en la frustración e incertidumbre que crea en las personas que no llegan a cumplir esos guionados pasos para alcanzar la burbuja frágil de los sueños mediáticos.

Por muchas razones el valor de los sueños se ha distorsionado y mientras hombres y mujeres se contonean hasta el paroxismo en ritmos frenéticos y erotizados, proclaman casi "en cueros" entre llantos o insultos que solamente siguen luchando por tal o cual sueño buscando conmover al público. Y lo peor de todo es cuando admiten que es un show.

Cuando uno ve esa pobreza en los espíritus y piensa en el sueño de los mayores como el Gran Sanjuanino que vivieron con la adrenalina de su época tan enormes metas y que hubieran tenido necesidad de más tiempo en este mundo para concretarlas a fuerza de privaciones, decisión, costos personales y políticos, más una gran dosis de coraje, siente tristeza y piensa en los otros sueños, en los del dormir y se evoca a ese Borges que en una visión sobrecogedora del sueño de los mortales que aún habitamos este mundo decía: "Si el sueño fuera (como dicen) una/ tregua,un puro reposo de la mente/¿Por qué si te despiertan bruscamente/ sientes que te han robado una fortuna?".