San Juan es una de las provincias con mayor cantidad de partidos políticos. No se sabe muy bien por qué. O no escuché ningún razonamiento medianamente creíble que le dé explicación a ese fenómeno. En consecuencia, nos guste o no, somos una sociedad muy politizada. Probablemente la dependencia económica que aún tenemos del Estado sea la respuesta más adecuada. Es decir, si vivimos en una provincia cuya suerte económica sobrevive a la sombra de quienes gobiernan, sería lógico suponer que una mayor cantidad de personas quieran estar en los puestos de mando del Estado. La elección general llegó en medio de una apatía generalizada, según coincidieron referentes políticos y hasta colegas de amplia trayectoria. Todos coincidimos en que, por estrategia, el oficialismo y la oposición habían decidido planchar la campaña y que esa estrategia había provocado cierto desentendimiento de la ciudadanía por la obligación de votar. Pues bien, a la General fue un poco más de gente a las urnas que en las PASO del 31 de marzo, lo que en líneas sencillas echó por tierra las especulaciones de aquéllos supuestos expertos. Eso viene ocurriendo desde hace mucho tiempo. Desde hace muchas elecciones que la provincia tiene un buen caudal de asistencia a las urnas, lo que habla de una conducta casi tradicional a la hora de las elecciones. Incluso, suelen ser más en la general que en las PASO. Esa conducta se repite en los resultados electorales, también. Desde 2003 hacia acá, hay dos sectores políticos fuertes y el resto ha quedado muy lejos de llegar a pelear puestos de mando. El peronismo viene liderando las elecciones, después aparece el sector que antiguamente lideró Roberto Basualdo, pero que ahora parece encabezar Marcelo Orrego. Detrás de ellos una suerte de mezcla de ideologías que suelen apostar a las elecciones, como la Izquierda, el Socialismo y hasta la Cruzada Renovadora, por mencionar algunos. De cuando en cuando aparece un nuevo sector que irrumpe como ahora lo hizo ADN de Martín Turcumán. Ese esquema tradicional, con algunos nombres propios repetidos y otros más o menos nuevos, es lo que ha pasado en esta elección. No más que eso. Incluso se sabía que no más que eso iba a ocurrir, y es lo que la gente terminó confirmando en las urnas. El peronismo se encaminaba a hacer una elección histórica y así fue: el gobernador ganó en todos los departamentos. Y ayudado de aliados, el frente liderado por Sergio Uñac terminará gobernando 16 de los 19 departamentos.


Igual quedó alguna perlita interesante para despuntar, a pesar de la obviedad de la contienda electoral pasada: llama la atención la cantidad de dirigentes y personalidades de la política Argentina que saludaron a Uñac por la victoria. Desde Victoria Donda hasta Marcelo Tinelli, pasando por la mayoría -o todos- los gobernadores del Justicialismo y el socialista Miguel Lifschitz, dos ministros del Poder Ejecutivo Nacional, personalidades del deporte, empresarios de varios sectores y la mayoría de los que suenan como candidatos en la vereda contraria a Cambiemos: Sergio Massa, Alberto Fernández, Roberto Lavagna, entre otros. Es muy extraño que un gobernador que no supera el dos y pico por ciento de los votos del país haya logrado llamar la atención de la forma en la que lo hizo Uñac con esta victoria que, además, no fue la más abultada del fin de semana pasado, porque el misionero Oscar Herrera Ahuad superó el 73 por ciento de los votos, muy por arriba de los 55 del sanjuanino. La explicación seguramente está en la necesidad de la oposición de mostrar gestión. Muy pocos de los que se proponen pueden demostrar que tienen elecciones y gestiones ganadas. Alberto Fernández fue jefe de Gabinete, nada más. Massa fue intendente, jefe de Gabinete y diputado. Lavagna fue ministro.


Uñac ya olvidó aquello del salto nacional en esta elección, pero es muy probable que sondee el territorio durante el primer año de la gestión que viene y que allí tome una decisión. Si le conviene o no armar las valijas e ir a probar suerte a la gran ciudad. Ganas siempre tuvo. Por ahora todos los que lo rodean dan por descartado que esté pensando en una tercera gestión, porque vio lo mal que le hizo a José Luis Gioja y no quiere eso para él ni para el peronismo. Si eso es cierto, entonces ya estará pensando qué hacer los próximos ocho años. Hay una decisión que debe tomar y que de allí se podría intuir sus intenciones: si él deja alguien de confianza del ministro Roberto Gattoni en Hacienda, es porque Uñac está pensando en probar suerte en la Nación. Si el nombre de ese funcionario lo decide él en soledad, lo que es una gran posibilidad también, es porque el rol de Gattoni no irá más allá de la Cámara de Diputados. También puede ocurrir que todo cambie a mitad de camino. Por suerte para él, las posibilidades de Uñac a esta altura son muchas.