La Unión Europea ha resistido el asalto de las fuerzas ultraderechistas y eurófobas gracias al auge de liberales y verdes en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado domingo. El Partido Popular Europeo, vencedor de los comicios, y los socialistas, segunda fuerza, han perdido la mayoría absoluta que sumaban desde hace 40 años (ver infografía). Por lo tanto necesitarán apoyo para contener a unos partidos euroescépticos que han logrado la victoria en plazas tan importantes como Francia, Italia, Reino Unido o Polonia. 


En España, según resultados ya oficiales, el PSOE se convierte en la fuerza más votada, con un 32% de los apoyos, equivalente a 20 escaños, según el recuento de casi la totalidad de las papeletas (94,5%). La caída de la abstención, que marcó un récord del 56,2% en 2014, parece confirmar el efecto catalizador del Brexit, que ha destapado ante la opinión pública el riesgo real de desintegración de la unidad europea. El atractivo de las urnas también ha aumentado gracias a la personalización de algunas de las opciones en políticos de renombre continental, como el presidente francés, Emmanuel Macron, emblemático representante de las opciones proeuropeas, y el vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, como cabeza visible de la alternativa euroescéptica. La participación fue la más alta desde 1979. Los datos apuntan al 50,5% y muy por encima del 42,6% de hace cinco años. Sin embargo, las mayores elecciones transnacionales del planeta, con más de 425 millones de potenciales votantes, han dejado claro el evidente descontento en grandes capas de población, canalizado en muchos países a través de formaciones que abogan por la ruptura con la UE (como el partido del Brexit en Reino Unido). El resultado también revela el desgaste de las dos grandes familias políticas (democraciacristiana y socialdemocracia), que han sido los pilares del proyecto europeo durante seis décadas. Los datos apuntan a una ajustada victoria del Partido Popular Europeo (PPE), que se habría impuesto por quinta vez consecutiva desde 1999. Pero su margen de maniobra se ha reducido significativamente y ni siquiera con la ayuda de los Socialistas y Demócratas (S&D) parecen en condiciones de sumar una mayoría de más del 50% de los escaños. Los conservadores han preservado el liderazgo en su principal feudo, Alemania, e iniciaron los movimientos para intentar mantener el control de la Comisión Europea. El candidato del PPE a la presidencia de la Comisión Europea, el alemán Manfred Weber, reclamó su derecho al puesto. Los socialdemócratas, que cuentan con el holandés Frans Timmermans como candidato a presidir la Comisión, no parecen haber logrado los avances esperados y España se perfila como su único bastión. En Alemania podrían quedarse como tercera fuerza, por detrás de conservadores y Verdes, lo que abre la opción a buscar a corto plazo una coalición para el Gobierno federal. El plan también puede quedar muy debilitado si se confirma que el grupo de Macron, Renacimiento, es derrotado en las urnas por Reagrupamiento Nacional (RN), de Marine Le Pen. Una derrota de Macron sería significativa, porque el presidente francés había convertido la cita del 26 de mayo pasado en una suerte de plebiscito sobre el proyecto europeo. El europeísmo entusiasta de Macron puede haber sufrido su primer batacazo en las urnas después de haber sido seriamente cuestionado por las protestas de los chalecos amarillos.


 

Por Bernardo de Miguel
El País / EFE