Juan Solar dejó este mundo haciendo patria en zona de frontera.

En varias ocasiones DIARIO DE CUYO se ocupó de la vida y curiosidades de un pueblito iglesiano, cercano a La Rioja, a unos 300 kilómetros de la Ciudad de San Juan y del jefe de la única familia que lo habita. Y, hace pocas semanas, el pasado 30 de diciembre, este periodista lo entrevistó para Cadena 3 en su casa, mientras preparaba la celebración del fin de año. El Chinguillo, de poco más de 10 hectáreas, llegó a tener una veintena de familias que se fueron yendo poco a poco en busca de otros horizontes. Pero quedó don Juan Solar, su esposa Rosa, e Iván, uno de sus hijos con su familia, y por todos ellos, hay un respeto y aprecio especial en el departamento. Juan había nacido allí mismo en 1937. Sólo dejaba el lugar periódicamente para proveerse de alimentos que no podía producir, elementos de trabajo, medicamentos o por visitas sociales, sobre todo a Rodeo, y en pocas ocasiones a nuestra Ciudad Capital. Recibió visitas muy especiales, como investigadores universitarios de varios países de Europa, del resto de nuestro país, funcionarios y hasta gobernadores de San Juan, que quisieron conocer el paraje. Durante varios años pasaba por allí una cabalgata de gauchos que recibían el homenaje de Solar, y hasta se realizaba anualmente una celebración religiosa con numerosos feligreses. Los testimonios de esas visitas quedaron estampados en dos libros de memorias que don Juan guardaba celosamente. Padre de once hijos, la formación de estos pasó primero por la escuelita más cercana, en Malimán, la "Albergue Paso de los Andes". Para llegar a ella cada día, había que hacer a caballo más de una hora de travesías entre montañas bajas. Luego, todos ellos debieron emigrar para poder estudiar una carrera, inculcados por sus padres. La mayoría llegó a obtener títulos universitarios. A esta hondonada o pequeño valle, los pueblos originarios denominaron "Chinguillo", por ser una especie de canasta bordada de montañas, según la tradición oral, donde brotan todo tipo de hortalizas que los Solar cultivaron desde siempre. La instalación a comienzos del año 2000 de paneles solares y una turbina para generar energía, permitió el milagro de la electricidad y la luz en el hogar, aunque no hay señal para celulares, pero sí un servicio de radioaficionados. Espesas y atractivas arboledas y la alfalfa u otro alimento verde para los animales, completan el pintoresco territorio. "En las fiestas o cumpleaños siempre nos unimos aquí, porque vienen los hijos, y a veces mucha gente, amigos con guitarras, se bailan cuecas y la guitarreada termina con un buen asado", nos contaba don Juan, mientras preparaba la que sería su última noche de fin de año, el pasado jueves 31 de diciembre. Si hay ganas de caminar por el lugar se encontrarán también pequeñas casas abandonadas de anteriores habitantes, la escuelita primaria que el propio Solar gestionó y que hoy está cerrada por no contar con alumnos, y una pequeña capilla. "Aquí nací, viví y aquí me voy a morir", sentenció Solar. Y así lo quiso el destino. El pasado miércoles lo hallaron sin vida en un barranco del lugar. Se cree que podría haber sufrido un paro cardíaco, lo que investiga la Policía Científica, mientras el hijo que lo acompaña, Iván, se encontraba en Rodeo. Este confín andino impregnado de sabiduría patria, ha perdido a su más ferviente cronista, estudioso de su devenir. Hoy asoman lágrimas de familiares, amigos, periodistas locales y coterráneos, y las montañas, con expresión robusta, despiden al augusto paisano con la serenata más agradecida.

 

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista