La mayoría de los inversores ha entendido perfectamente que la política monetaria extraordinariamente acomodaticia aplicada por los principales bancos centrales ha resultado en 2020 más favorable que nunca para el precio de los activos financieros. Por consiguiente, en un momento en el que la campaña de vacunación a escala mundial contra la Covid-19 permite ahora prever que se producirá una recuperación económica dentro de unos meses, el mantenimiento prácticamente garantizado de esta política monetaria en 2021 e incluso más allá resulta muy favorable para los mercados bursátiles. Para los mercados, la política monetaria amplifica el efecto esperado de las vacunas. Esta constatación explica y justifica el optimismo generalizado que impera desde hace ya algunos meses. Sin embargo, decíamos en enero de 2020: "Unos mercados extasiados por la dinámica de finales de año y, por tanto, expuestos a una creciente debilidad". Nadie podía prever entonces que una perturbación exógena de naturaleza sanitaria iba a desvelar la magnitud de esa debilidad unas semanas más tarde. Con todo, era necesario mostrarse alerta, y ello nos benefició cuando estalló la crisis de los mercados a principios de año, como nos favoreció, a la hora de aprovechar el posterior repunte, nuestro análisis de que la interrupción deliberada de la actividad económica por parte de los Gobiernos garantizaba a su vez la aplicación de planes de apoyo presupuestarios y monetarios sin precedentes.

"Los economistas han fijado rápidamente el segundo y tercer trimestre del año como el horizonte temporal en el que se produciría el tan esperado repunte de la actividad".

Por tanto, nos preocupa el posicionamiento extremadamente concentrado de los inversores en este inicio del año. No obstante, seguimos siendo relativamente optimistas a corto plazo respecto de los mercados de renta variable, teniendo en cuenta que los Gobiernos afirman estar dispuestos a reforzar su apoyo mientras el efecto de las vacunas no baste para tomar su relevo. A medio plazo, lo que fundamenta nuestra reflexión estratégica es la tensión que ahora se perfila entre, por un lado, la influencia favorable desde el punto de vista económico que conlleva el control absoluto del Congreso estadounidense por parte de una mayoría del Partido Demócrata escogida sobre la base de un programa que contempla estímulos presupuestarios de gran envergadura y, por el otro, los desequilibrios que una situación de esta índole podría conllevar. Tal y como indicábamos en diciembre pasado, el año 2021 podría resultar más complejo para los mercados de lo que en general parece creerse.


El anuncio de las primeras vacunas el pasado noviembre y el inicio de su distribución han dado pie, con razón, a una nueva fase en los mercados: la de la previsión de una salida de la crisis. Los economistas han fijado rápidamente el segundo y tercer trimestre del año como el horizonte temporal en el que se produciría el tan esperado repunte de la actividad. Ello tendría lugar porque, al alcanzar las campañas de vacunación su punto álgido, permitirían a los consumidores recuperar la confianza (y el permiso) para satisfacer su deseo de consumir, coartado desde hace tiempo, recurriendo al fin a su excedente de ahorros acumulados a modo de prevención. Este repunte se vería probablemente acompañado de una aceleración del proceso de reabastecimiento que ya han emprendido las empresas. Así, la senda hacia un regreso a la movilidad de los consumidores y a la normalización de las actividades del sector servicios ha quedado ya trazada.


No obstante, la materialización de estos avances sigue siendo por ahora especialmente laboriosa. Entre las dificultades logísticas, la reticencia de la población a vacunarse, la delicada gestión de las prioridades y los diferentes grados de éxito de los países, el horizonte temporal de regreso a la normalidad no hace sino alejarse. Este contexto incrementa el riesgo de que la contención de la nueva ola de contagios deba volver a traer consigo un nuevo endurecimiento de las medidas de confinamiento antes de que la situación se resuelva al fin mediante la vacunación de la población. La posible propagación en Europa de una nueva cepa de coronavirus identificada recientemente y considerablemente más contagiosa aumenta, lógicamente, las probabilidades de que dicho riesgo se materialice y de que aumente la duración de esta fase aún sumamente difícil.

Por Didier Saint-Georges
Managing Director y miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac