La decisión de Barrick fue elevar el perfil de su comunicación, y de, a través de su nuevo líder; nombrar a las cosas por su nombre. Eso puede representar un signo de cambios, aun en el difícil contexto que significa partir de una situación de ‘marca dañada’, a raíz de los incidentes ambientales por todos conocidos y en los cuales hubo tanta repercusión pública, mediática como política. También llama la atención el reconocimiento con más detalle desde las entrañas de la compañía, de las causas que fueron enhebrando los infortunios.

El refrán popular dice que a la suerte hay que ayudarla, y a veces a la desgracia también; porque en el caso de Barrick, la constatación de que los ahorros de la llamada minería ‘low cost’ que devino después de la caída de los precios y de la desmesurada espiral de costos en la actividad minera mundial pudiera tener consecuencias en los estándares de calidad.

Afortunadamente para Barrick y para San Juan, hoy se puede hablar de que los derrames fueron inocuos y más allá de las cifras de millones de litros de agua que siempre impresionan, no hubo daños ambientales. Pero esto no impide en reflexionar acerca de las soberbias ingenieriles que pululan en toda actividad industrial, cuando los periodistas deben soportar el desprecio de quienes los tratan como ignorantes, asegurando que esta todo controlado.

Es bueno para San Juan el dato de que puede haber mucha minería en el prolífico Valle del Cura, pero ninguno de nosotros va a vivir 100 años para ver la promesa de Jorge Palmes. La economía sanjuanina se conformaría con que vuelvan inversiones a dinamizar su alicaído estado actual. 

En cuanto al nuevo ‘dealing’ que propone Palmes para la sociedad y la opinión publica, vale la expresión de que ‘en la cancha se ven los pingos’, porque el público está muy acostumbrado a las grandilocuencias desde la política y las empresas, pero el trato y el destrato deberán verse en el día a día. La minería le cambió la cara a San Juan, a pesar de que fue una nueva actividad en su expresión moderna, que se fue aprendiendo en el camino y por lo tanto estuvo acompañada de imperfecciones. Ni Barrick ni San Juan pueden tropezar otra vez con las mismas piedras.