Ante la crisis energética por la que atraviesa el planeta urge implementar energías renovables, disminuir el consumo energético mediante mejoras en los aparatos eléctricos y medios de transporte, y concientizar sobre una cultura de ahorro, que evite el despilfarro. En ese camino, el gobierno argentino, declaró el 2017 "Año de las energías renovables" y ha adjudicado unos 60 proyectos en energía solar, eólica, biomasa y minipresas hidroeléctricas, de menor impacto ambiental.

La energía puede definirse desde distintos enfoques, pero siempre implica la capacidad de realizar un trabajo, producir movimiento o generar cambios. Todos los sistemas físicos y formas de vida funcionan gracias a la energía. Según su origen, puede ser química, nuclear o atómica, eléctrica, mecánica o radiante, con la característica de poder convertirse unas en otras. Los seres humanos se alimentan de esa energía, pero para satisfacer sus necesidades de vivienda, transporte, bienes y servicios, necesitan otra energía, que en el ámbito de la Economía, se define como recurso natural y comprende la tecnología para su explotación y uso.

Al principio el hombre la obtuvo del fuego, el Sol, el viento, el agua, pero a partir de la revolución industrial del siglo XIX, la principal fuente fueron los combustibles provenientes de seres vivos fosilizados a través de millones de años. Sus reservas algún día se acabarán y su aprovechamiento tiene el inconveniente de liberar contaminantes responsables del efecto invernadero, causante del calentamiento global y los cambios climáticos.

En la década del 30, del siglo XX, el descubrimiento de la fisión nuclear o desintegración de átomos radiactivos con desprendimiento de grandes cantidades de energía permitió la fabricación de la bomba atómica pero también, en los 50, aplicando la desintegración controlada, se inauguró la primera central nuclear en Gran Bretaña. Actualmente está en investigación la fusión nuclear o unión de dos átomos de Hidrógeno con producción de dos átomos de Helio y desprendimiento de gran cantidad de energía, tal como ocurre en el Sol. El combustible es el Hidrógeno, muy abundante en la Tierra, y el residuo es el Helio, que no es radioactivo. 

En los 70, se comenzó a hablar de energías alternativas. Actualmente se prefiere hablar de Desarrollo sostenible basado en el uso de energías renovables, obtenidas de fuentes naturales, virtualmente inagotables. Los notables cambios climáticos ocurridos en las últimas décadas, las tornan necesarias, más que alternativas.

Hay energías renovables limpias, pues no producen residuos peligrosos para el planeta, como la eólica, solar, hidráulica, de los mares y océanos (mareomotriz), de las olas (undimotriz), y con algunos reparos, la geotérmica. Y otras renovables contaminantes, como la energía de biomasa, obtenida de materia orgánica con alto contenido energético, como restos forestales, residuos sólidos urbanos o cultivos de cereales u oleaginosas implantados con ese fin.

En 2016, según estadísticas de energía consumida en el mundo, casi un 36% provino del petróleo, 26% del gas, 18% del carbón, 10% nuclear, 6% biocombustibles y desechos, 2,2% hídrica y 2% de otras fuentes, principalmente eólica, solar y geotérmica.
El Acuerdo de París 2015 estableció, por primera vez, un objetivo global vinculante para los países firmantes, de limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5ºC, respecto a los niveles preindustriales, a fin de reducir los riesgos y efectos del cambio climático.

(*) Licenciada en Bioquímica.