Ya en el ciclo lectivo 2019 del tercer milenio en curso, la educación parece haber dado un giro que no es tal. Es que metodologías de la enseñanza o vanguardistas sugieren a cada paso de qué manera se conduce el proceso de enseñanza aprendizaje. Por novel que sea esta forma de instruir, no siempre surte los efectos que la educación requiere, más aún, cuando no existe una Pedagogía que como ciencia regule tales pautas de aprendizaje.

Es posible que San Juan esté a un paso de esta simple inflexión no obstante ello los riesgos de caer en una excesiva "pedagogía del simulacro" son permanentes. Esto nos da la pauta de analizar en el docente, que entiende por realidad educativa o en su defecto, si la educación que profesa está dada en un marco de realidad. 


Desde hacen aproximadamente cuatro décadas San Juan desde su Ministerio de Educación abandonó las observaciones de clases de los docentes por parte de quienes eran denominados Inspectores pedagógicos u observadores de clases, quienes desde Educación bajaban desde su administración hasta la misma aula visitando a los docentes. Tales encuentros entre la autoridad pedagógica y los docentes tenían que ver y valer como importantes sugerencias llegadas hasta el mismo dictado de las clases. Ahora la figura del Supervisor, más de carácter administrativo institucional no alcanza para dedicar ese tiempo requerido para un examen de la metodología aplicada por el enseñante en sus prácticas pedagógicas quedando su rol mismo transferido al director o rector del establecimiento quien en muy contadas ocasiones, casi nunca, realiza personalmente tales observaciones acompañado de un formulario con tales características en el que vuelca la evaluación parcial del docente de cada clase. El presente análisis se intensifica aún más cuando el director de un establecimiento hace juicios de valor o califica la metodología del profesor sin haber observado las clases en este caso hay varios ejemplos de autoridades escolares que se encuentran en este perfil de una "pedagogía de la simulación" que es el lado más terminal al cual se ha adherido. Por ejemplo escuelas secundarias como: España de Pocito, Normal S. Sarmiento de Capital, CENS Rivadavia, Epet N2, y Colegio Moyano, entre algunas según sus distintas modalidades u orientaciones. No obstante ello un mínimo de estos casos citados son la prueba de cómo se califica al docente sin entregársele el Concepto Profesional o bien sin constar en el mismo la evaluación de las prácticas docentes del profesor. Ser partícipe de tales metodologías no hace al docente en cuestión cómplice de una pedagogía de la simulación que ni siquiera alcanza a ser una pedagogía del simulacro. Sin embargo hay toda una corriente de las Ciencias de la Educación que sustenta esta forma de trabajo y que se acerca a docentes que no son profesores pero que están habilitados o supletoriamente asignados a un espacio, materia, asignatura o cátedra.


Por su parte la pedagogía del simulacro aporta incipientemente prácticas al alumnado que se acercan a la realidad sin ser la realidad misma. Esta así considerada satisface en gran medida los requerimientos de los directivos al momento de evaluar al docente. Por ejemplo: El de las Escuelas citadas y casi todas las de las provincias en hacer participar a los alumnos de una "legislatura juvenil" visitas guiadas para distintos emprendimientos o experiencias o bien las realizadas en los mismos establecimientos haciendo las veces de modelo ideal o creando una ficción o quizás como experiencias de laboratorio, por así llamarlas.


Estas instancias son todas superadas cuando las prácticas pedagógicas toman la misma realidad del medio social.