No podemos delegar en el Estado ni en otras personas, la educación sexual de nuestros hijos. Al Estado, como ente regulador de muchos aspectos de los ciudadanos, entre ellos, la educación, le corresponde solamente impartir conocimientos sobre la anatomía de los órganos reproductivos, es decir una descripción de ellos y de sus funciones fisiológicas. Pero la educación sexual es competencia exclusiva de los integrantes del hogar, sin interesar la condición socioeconómica de cada casa.

Por otra parte hay que tener en claro que el término "nuestros hijos" se refiere a aquellos niños y niñas que son el fruto de la unión de un hombre con una mujer, cualquiera sea la situación familiar que le toque vivir. En los casos de las madres solteras, divorciadas o viudas, ya sea con hijos biológicos o adoptados, pero que siempre hayan resultado de una relación entre un hombre y una mujer, debemos tener en cuenta que siempre habrá un abuelo, un tío, amigo o hermano mayor, dispuestos a ayudarles en la tarea de ofrecer una correcta educación sexual.

Ahora, en los casos en los que la madre esté absolutamente sola y la figura paterna no exista de ninguna manera, hay que tener en cuenta que las mujeres han sido capaces, a través de la historia, de dar ejemplificadoras lecciones de vida, demostrándonos que pueden con la tarea de educar debido a la propia condición "divina" para poder cumplir con esta función, con absoluta eficiencia.

Entonces, mal podemos pretender que "otros" se hagan cargo de la educación sexual de nuestros hijos. Si optamos por eso, luego no nos escandalicemos cuando veamos chicos con desviaciones o en actos con los cuales, seguramente, no estaremos de acuerdo.

En ocasiones, siento una gran amargura y desesperación al ver que el descubrimiento de la sexualidad por parte de los chicos está a cargo de la "televisión basura" y no de los padres.

Es hora de que llamemos a las cosas por su nombre y que nos hagamos cargo de los que nos compete a cada uno, responsabilizándonos de nuestros actos para poder, luego, expresarnos y criticar aquellas cosas con las que no estemos de acuerdo. Es como si nos quejáramos de que no se limpian las calles y luego, nosotros mismos las ensuciáramos arrojando basura; o como aquellos que a la hora de las elecciones votan en blanco o no votan y que, luego, sin reparo critican al gobierno electo.

Sin considerar el color político del gobierno que sea, sostengo que el Estado no está capacitado para brindar educación sexual a nuestros hijos, por la simple y sencilla razón de que esta educación corresponde estrictamente al ámbito personal y privado, tanto de los padres como de los hijos. Todos no somos iguales, ni pensamos, ni reaccionamos de igual manera frente a distintas circunstancias o temas. Es así que los padres que tienen más de un hijo, saben de acuerdo a la personalidad de cada uno de ellos cómo hablarle y cómo reprenderlo. Por lo tanto, la educación sexual no puede abordarse con generalidades.

Debemos tener en cuenta que el Estado figura entre los que están promoviendo la ley del matrimonio entre personas de un mismo sexo. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿puede el Estado hacerse cargo de impartir educación sexual?

Por todo lo expresado estamos convencidos que la educación sexual no puede estar a cargo de los docente, profesores de biología ni religiosos, sino únicamente de los padres.